Guerra a los pervertidos
Japón quiere acabar con los manoseadores del metro, los dispensadores de bragas usadas y las cámaras espías
Actualizado:La cámara se mueve frenéticamente. Se escucha el jadeo de quien la maneja. El objetivo se aleja y no puede dejarlo marchar. Corre. Finalmente, aparece en pantalla una colegiala que regresa a su casa. Viste el uniforme escolar, uno de los fetiches favoritos de Japón: falda gris, que las más coquetas se encargan de acortar, y jersey azul marino sobre camisa blanca. Un hombre aparece en escena. Lleva una sudadera con choto y se acerca a la adolescente por detrás. Zoom. En un abrir y cerrar de ojos se abalanza sobre ella, le levanta la falda y le baja la ropa interior antes de salir corriendo. La joven, perpleja, da un grito y mira a su alrededor. La cámara se esconde.
El vídeo está colgado en multitud de páginas web. Es la moda del bajabragas, que hace furor en Japón y va más allá de las tradicionales upskirts, imágenes tomadas con disimulo por debajo de la falda. Hay quienes sostienen que se trata de simple pornografía orquestada para que parezca real, pero las denuncias se apilan, y muestran la dualidad social de Japón.
En el metro, ni siquiera el uso de vagones exclusivos para mujeres ha conseguido detener a los chikan que abusan físicamente de las mujeres en horas punta. El asunto ya se ha convertido en otro género de éxito en la red, donde se dan cita vídeos reales y ficción que llega a retratar violaciones en los vagones, y las autoridades han lanzado un programa para detener a estos manoseadores que parecen haberse convertido en un elemento más del metro de Tokio. Para ello, policías de civil patrullan los convoyes en busca de tocamientos ilícitos, y cientos de voluntarios reparten esta semana folletos para concienciar a la población sobre esta lacra. Pero como las pruebas no abundan, hay ocasiones en las que la ropa interior de la víctima ha de ser enviada al laboratorio para encontrar huellas o piel que delate al agresor.
Sin embargo, hay quien prefiere disfrutar de la imagen del cuerpo ajeno sin que le pillen. Hace unos años aparecieron cámaras que, o bien en su modo de grabación nocturna con un filtro añadido, o bien con un sistema de infrarrojos, conseguían captar imágenes de personas desnudas mientras estaban vestidas. Incluso se comercializan dispositivos que, acoplados a la cámara del móvil, obtienen resultados similares. Es cierto que hace falta echarle imaginación a la imagen resultante, pero es suficiente para que una empresa nipona lance la primera braga contra pervertidos.
Por otro lado, el Gobierno ha decidido retirar las máquinas dispensadoras de ropa interior usada, cuyos efluvios tanto atraían a freaks de todo el mundo. Japón es fuente inagotable de sorpresa.