Editorial

Cuentas a corregir

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La entrega del proyecto de presupuestos para 2010 en el Congreso de los Diputados permitió ayer a la vicepresidenta económica, Elena Salgado, defender el carácter austero y social de los mismos, añadiendo además que «sientan las bases para la recuperación». El notable incremento de las partidas destinadas a las prestaciones por desempleo y a las vinculadas a las políticas activas de empleo -engrosadas por la ayuda de los 420 euros-, y el aumento experimentado por los apartados dedicados a la dependencia y a las pensiones resultan en general ineludibles. Pero sería conveniente que el lenguaje político revisara el concepto mismo de «social» con el que tan fácilmente se adjetiva una u otra opción presupuestaria. La ampliación de las coberturas o el incremento de la cuantía dispuesta para satisfacerlas pueden atender en lo inmediato las necesidades de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Pero ello no significa necesariamente que se responda a los retos sociales a los que se enfrentan unos presupuestos. Para que las cuentas del próximo año favorezcan verdaderamente las condiciones de la recuperación económica deberían hacer más hincapié en el impulso de políticas y proyectos que contribuyan a la generación de un empleo de calidad ligado al incremento de la innovación y la competitividad. En este sentido, el proyecto de presupuestos entregado para su tramitación parlamentaria refleja más una actitud defensiva por parte de un Gobierno que trata de prevenir el descontento social derivado del paro que una disposición a aportar desde las arcas públicas revulsivos que coadyuven al cambio en el modelo de crecimiento; un cambio que Rodríguez Zapatero enunció sin que en sus posteriores decisiones se haya mostrado consecuente con dicho objetivo. La rebaja del presupuesto de Ciencia e Innovación, y el destino al que se dirigen los incrementos experimentados por Industria o por Educación nada tienen que ver con una apuesta decidida por un nuevo patrón de crecimiento. Más bien guardan relación con el manifiesto propósito del Presidente de aplicar medidas de contención social o que generen resultados aparentes o a muy corto plazo, como los que se derivarían de la ampliación del Plan E. Definidas las líneas maestras de las cuentas que Rodríguez Zapatero está decidido a sacar adelante, la negociación parlamentaria de los presupuestos no augura un resultado que mejore su contenido. De manera que bien podría reproducirse la situación vivida en el presente ejercicio, por el que el Gobierno ha transitado con unos presupuestos ideados de espaldas a la recesión y aprobados mediante un acuerdo político con el PNV y el BNG. El dato último de que la inflación acumula siete caídas consecutivas, hasta situarse en el -1%, advierte sobre las excesivas esperanzas que el Ejecutivo parece haber depositado en la reactivación económica. También por esto el Gobierno debería aprovechar el trámite parlamentario de las Cuentas públicas para mejorarlas; no sólo para aprobarlas.