Los jugadores del Real Madrid celebran un gol ante el Olympique de Marsella.
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Ronaldo también destroza al Marsella

Cristiano Ronaldo, quien se retiró con un golpe en el tobillo, se bastó para resolver otro partido discreto del Madrid , que se dispara como líder (3-0)

MADRID Actualizado: Guardar
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Más de lo mismo en el Bernabéu. Juego discontinuo, lejos de la excelencia deseada, pero un Ronaldo descomunal que se sobra para destrozar con sus disparos, velocidad y potencia a cuantos adversarios le salen a su paso. Lo que se exige, en fin, a un astro de 94 millones de euros. Un partido flojo, anodino, pero tres goles en apenas cinco minutos que acaban con la resistencia del Marsella y disparan al Madrid en el liderato porque el Milan se estrelló ante el Zúrich. Y en todos participó Ronaldo. Marcó dos y provocó el penalti que transformó Kaká.

En el Marsella, sorprendió la titularidad del veterano Morientes en lugar de Brandao, una 'bestia' brasileña crecida en el Shakhtar ucraniano. La experiencia del español, unida a su deseo de agradar en su antigua casa, suponían un valor añadido a juicio de Deschamps. Pero apenas se le vio al cacereño. De todos modos, en la primera parte los franceses dieron sensación de ser un equipo más trabajado que el curso pasado ante el Atlético. Y peligrosos arriba, con el senegalés Niang como gran amenaza. Se tiró hacia la izquierda, aprovechó los huecos dejados por Ramos, quien jugó pese a sufrir una leve molestia muscular, pero menos mal que se estrelló con ese gigante que se apellida Casillas.

A falta de sutilezas, Ronaldo decidió coger su fusil y hacer la guerra por su cuenta. Él contra el mundo. Suficiente. Silbaba ya un público impaciente pero lanzó dos disparos que a duras penas desvió el portero Mandanda. Preludio de unos últimos minutos del primer tiempo en el que el Madrid creció y ya mereció adelantarse. Sobre todo en un gran pase de Guti y la posterior chilena de Benzema.

Pellegrini debió advertir en el descanso a sus pupilos sobre la necesidad de aumentar el ritmo en la reanudación. Más chispa, más ímpetu, más gol, pero escasa continuidad. El partido se abrió en una jugada que toda la vida sirvió para desatascar. Pase largo del central (Pepe), carrera de Ronaldo, dudas de la defensa y disparo a placer, ya que el portero saltó y se quitó de en medio en lugar de aguantar por bajo.

En la siguiente acción, el portugués se internó y sufrió la embestida de Diawara, quien se llevó balón y tobillo. Penalti, expulsión por doble amarilla y sentencia de Kaká. Con el rival hundido, el Madrid se trenzó la mejor jugada del partido para que Cristiano marcase a puerta vacía. Aniquilado el rival, el astro se retiró a descansar, a ponerse hielo en el tobillo dañado y a pensar en el Sevilla.