Hijos del poder
Hay políticos que usan a su descendencia como gancho para forjarse una imagen y atraer la atención del público. Otros, como Zapatero, tratan de blindar a su familia
Actualizado: Guardar«Entiendo que en cinco años, alguna vez puede pasar». José Luis Rodríguez Zapatero se refería con estas palabras al hecho que ha marcado buena parte de la repercusión mediática de su visita a Estados Unidos: el retrato de sus dos hijas, Laura (morena, de 15 años) y Alba (rubia, de 13), junto a sus padres y al matrimonio Obama en el Metropolitan Museum de Nueva York.
El hecho de su presencia en un viaje de Estado, de que ambas sean amantes de la estética gótica y de que la fotografía haya marcado la imagen de España durante la gran cita de los principales mandatarios, ha abierto un intenso debate.
El retrato, tomado por el fotógrafo oficial Lawrence Jackson y colgado en la web de la Casa Blanca, fue, además, retirado por petición del presidente Zapatero, celoso garante de la intimidad familiar y del derecho a la imagen de sus hijas. El presidente ejercitó esa defensa también hace un par de años cuando la revista Diez Minutos publicó una foto de las pequeñas (con el rostro pixelado) en sus vacaciones y Moncloa exigió, mediante un burofax, la retirada de la publicación. Desde entonces ningún medio había publicado imágenes de las menores.
Zapatero mostró el sábado su «profundo agradecimiento» a los medios de comunicación por haber respetado su decisión durante todo este tiempo y expresó su deseo de que en el futuro sigan sin mostrar imágenes de sus dos hijas. «También entiendo el deseo de los medios, pero son menores», afirmó. La Ley del Menor, de candente actualidad por el caso Belén Esteban, ampara el derecho a la intimidad de los hijos de cualquier ciudadano; de los de José Luis Rodríguez Zapatero y Sonsoles Espinosa, también.
Sin embargo, la fotografía de las hijas de Zapatero junto a su admirado Barack Obama fue el tema que más comentarios suscitó el viernes en lavozdigital.es Miles y miles de usuarios quisieron ver la controvertida imagen de Lara y Alba. Al instante brotaron en la red montajes, caricaturas y vídeos.
¿Hubiera sido distinta la reacción de los ciudadanos de vestir Laura y Alba de otra manera? ¿Hasta qué punto puede defender un presidente de Gobierno el derecho a la intimidad de su familia cuando ésta viaja por cuenta del erario público y participa de la agenda oficial? ¿Deben los medios de comunicación plegarse a determinadas exigencias? El debate está servido. Los países de nuestro entorno abordan esta cuestión de diferentes maneras. LA VOZ les muestra cómo se desenvuelven ante esta materia.
ESTADOS UNIDOS
Mercedes Gallego
Crecer en la Casa Blanca
Desde que John F. Kennedy relanzó su popularidad con fotos de sus hijos jugando en el Despacho Oval no ha habido presidente en la Casa Blanca que resista la tentación de usarlos para ganarse el corazón del pueblo, mayoritariamente conservador.
Ser padre, recordaba una vez Hillary Clinton, es sinónimo de hombre responsable, «pero cuando una mujer pone la foto de sus hijos en el despacho todo el mundo piensa que tiene la cabeza en otro sitio». Kennedy tuvo que aprovechar un viaje al extranjero de Jacqueline, que se oponía férreamente a su uso mediático. El resto de las primeras damas han mantenido la tradición de proteger con celo la intimidad de sus cachorros, pero ninguna ha soñado con ocultarlos del ojo público. La más sufrida en la historia de EE UU fue Amy Carter, que tenía 9 años cuando su padre ganó las elecciones. Las imágenes de su primer día de clase, rodeada de fotógrafos en un colegio público al que su padre la envió para sentar ejemplo, dan fe de cuán abochornada estaba la niña por esa atención desmedida. Su padre la obligaba a ir a las cenas con jefes de Estado, tan aburridas que se llevaba un libro para entretenerse, lo que también fue ampliamente criticado. Nunca ha dado una entrevista.
Le siguió en el purgatorio quince años después Chelsea Clinton, que con sólo 13 años quedó tan traumatizada por las bromas que hizo el programa Saturday Nighth sobre su aspecto, que el humorista Mike Myers pidió disculpas.
La sobreatención que le dedicaron los fotógrafos cuando empezó a ir a la Universidad de Stanford inspiró camisetas que decían Dejad a Chelsea en paz, además de la película Buscando la libertad (Chasing Liberty). Ella no habló en público hasta los 20, cuando su madre se presentó a senadora.
Laura Bush insistió en que sus mellizas Barbara y Jenna se comportasen a los 19 años «como cualquier otro adolescente», y ellas siguieron su consejo. A Jenna la cogieron dos veces bebiendo alcohol y ambas se hicieron famosas por sus esquinazos a los servicios secretos.
Malia y Sasha Obama, de 11 y 8 años, serán las siguientes en descubrir lo difícil que es crecer bajo el escrutinio público. Como dijo Susan Ford en una ocasión, «yo quería ser normal, pero no puedes ser normal cuando todo el mundo te está mirando. Es como vivir en voz alta». Hasta mitad de la campaña no acompañaron a su padre a los mítines, pero cuando la competición se puso difícil alguien llamado Barack Hussein Obama, de piel oscura y criado en Indonesia, no podía permitirse dejar pasar la carta de hombre de familia. El presidente que pidió a sus seguidores dejar en paz a la hija de Sarah Palin, pide respeto para las familias de otros políticos pero publicó en la revista Parade una carta a sus hijas explicándoles su viaje a la presidencia. Por ahora, las malas lenguas prefieren cebarse con su padre.
FRANCIA
Fernando Iturribarría
Sarkozy y los niños
Nicolas Sarkozy ha roto moldes en Francia. También en materia de protección de la imagen infantil. Frente al tradicional respeto de la intimidad familiar en su país, el actual inquilino del Elíseo no duda en exhibir e incluso instrumentalizar a sus hijos menores de edad. Estos días se ha podido ver a Louis, nacido hace once años de su unión con Cecilia Ciganer Albéniz, escuchar a su padre desde un palco de la ONU en compañía de su madrastra, Carla Bruni.
Cuando era ministro del Interior, Sarkozy utilizó a Louis en una réplica fotográfica para la prensa rosa de la famosa imagen de JF Keneddy con el pequeño John-John bajo la mesa de su despacho en la Casa Blanca. El colmo de la explotación filial para fines políticos se produjo el 28 de noviembre de 2004 en el congreso de investidura como líder conservador cuando el crío, entonces de 7 años, cerró un vídeo apologético con la frase: «Buena suerte, papá».
Otro niño sirvió de pretexto para dar a conocer a la opinión pública su idilio con Carla Bruni. La primera salida de la pareja ante los fotógrafos se produjo en una visita a EuroDisney con Aurélien, nacido seis años antes de la relación sentimental de la ex-modelo con el filósofo Raphaël Enthoven. Semanas después, el pequeño se tapaba la cara asustado por las decenas de cámaras que lo ametrallaban a hombros del nuevo compañero de su madre en Petra.
Con tales antecedentes no es de extrañar que una de las últimas decisiones de Sarkozy envueltas por la polémica sea la de suprimir la figura del Defensor del Menor.
ITALIA
Íñigo Domínguez
Nepotismo y pasarela
En Italia, donde el nepotismo y los enchufes son rutina generalizada, la presencia pública de los hijos no sólo es normal, sino deseable. Por otro lado, aunque la prensa es respetuosa con la familia, a todo el mundo le encanta figurar, hijos incluidos. El líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, hasta se lleva a su hijo Renzo a las reuniones de Gobierno, para ir formando al chico, pues en su partido pretende imponer la sucesión dinástica.
No obstante, dado que Italia es una gerontocracia, es difícil que los mandatarios tengan hijos menores de edad. Cuando llegan al poder ya son mayores. El actual primer ministro, Silvio Berlusconi, es un caso aparte, pues como va de playboy apenas se deja ver con la familia, salvo en momentos en los que le interesa aparecer como modélico y católico cabeza de clan. En Navidad, cumpleaños, visitas al Papa y poco más. Ya años antes del anuncio de divorcio jamás acudía a actos con su esposa.
Los hijos de su primer matrimonio tienen visibilidad propia porque dirigen sus negocios y son protagonistas de primer plano de las finanzas italianas. Los tres hijos de su segundo matrimonio, más jóvenes, han vivido de forma más reservada mientras eran pequeños, pero se dejaban ver sin ningún secreto. Marina, de 25, es la más conocida. Entre otras cosas por unas fotos comprometedoras en una discoteca que su padre tuvo que comprar para que no fueran publicadas. Da entrevistas de vez en cuando en Vanity Fair opinando de lo divino y lo humano, incluso contra su padre en el reciente escándalo de fiestas con prostitutas. Eleonora, de 23, también fue portada de Vanity Fair en 2004 en pose sexy con su hermana y el año pasado la prensa rosa publicó fotos de paparazzis de «su primer beso» en la playa. Luigi, de 20, el más pequeño, es más anónimo, pero apunta maneras: en 2006, al cumplir los 18, dio su primera entrevista a La Gazzetta dello Sport para hablar del Milan y de fútbol.
INGLATERRA
Íñigo Gurruchaga
Discreción pactada
El código ético aprobado por los directores de los medios británicos para el ejercicio profesional del periodismo permite la publicación de la fotografía de las hijas del presidente Zapatero. Porque no prohíbe la publicación de fotografías de menores de edad en circunstancias como una comparecencia junto a sus padres en un acto público.
Los problemas deontológicos sobre el tratamiento mediático de los hijos de los primeros ministros ha sido relevante sólo con la llegada a Downing Street de Tony Blair y de Gordon Brown, puesto que los jefes de Gobierno anteriores a la efervescencia mediática, como Margaret Thatcher o John Major, tenían hijos ya mayores de edad.
La familia Blair posó al completo en varias ocasiones y los medios publicaron incidentes protagonizados por alguno de los hijos, cuando fue atendido por la Policía en estado de ebriedad en el centro de Londres en una fiesta escolar. Pero los medios han mantenido la discreción sobre otros incidentes más graves y privados.
Brown anunció con solemnidad en una conferencia laborista que no sometería a sus hijos a la vida pública. Uno de ellos padece una enfermedad. Pareció un reproche a David Cameron, líder conservador, cuya vida ha estado marcada hondamente por la experiencia de uno de sus hijos, Ivan, que padeció parálisis cerebral. Brown guió al Parlamento a marcar su fallecimiento con un día de luto.
ALEMANIA
Enrique Müller
Libertad con límites
En Alemania sigue vigente una ley no escrita que han suscrito voluntariamente los periodistas cuando deben escribir sobre los políticos. La libertad de prensa termina en la puerta del dormitorio, una sana costumbre destinada a respetar la intimidad de los políticos. Los politicos, a su vez, también conocen cuáles son las fronteras que no deben traspasar para seguir gozando del respeto de la población y de la complicidad de la prensa. No utilizan su vida privada para conquistar la simpatía del público.
Angela Merkel no tiene hijos, pero todo el mundo sabía que al final de su mandato Gerhrad Schröder era padre de dos niñas. La mayor, hija de una relación anterior de su actual esposa y la otra, una niña rusa adoptada. Pero jamás la prensa ha publicado fotos de ellas.
Schröder tampoco utilizó los aviones oficiales para llevar a su familia de vacaciones. El canciller estaba obligado a utilizar los transportes oficiales, pero su esposa viajaba en reactores comerciales. Era más barato y menos escandaloso.
RUSIA
Rafael M. Mañueco
Privacidad absoluta
En Rusia la vida de los retoños de los altos dirigentes no está expuesta a los embates de las cámaras, salvo en ocasiones muy concretas. Ni las dos hijas del actual jefe del Gobierno ruso, Vladímir Putin, María y Katia, ni Iliá, el único vástago del presidente Dmitri Medvédev, aparecen nunca en televisión. No hay constancia de que Putin o Medvédev hayan efectuado jamás un viaje oficial con sus hijos y, si lo han llegado a hacer, han sabido mantenerlo en el secreto más absoluto.Con las esposas pasa lo mismo, se las ve solamente cuando acompañan a sus maridos a algún acto oficial.