Anillo, poco antes de recoger su premio, en La Merced. / ANTONIO VÁZQUEZ
ENCARNA ANILLO CANTAORA FICHA

«Aunque seamos pocos, sentimos el flamenco como una fuerza imparable»

La artista recibe el Premio que la Cátedra de Flamencología otorga a los jóvenes valores del arte jondo de la provincia

CÁDIZ Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Recuerda que su madre se echó a llorar. «Porque yo de chica era muy sincera, transparente, y hablaba siempre con mucha verdad». Corría de un lado a otro por detrás del telón, nerviosa y acelerada. «Tenía que cambiarme en un minuto, me tocaba salir al escenario y no llegaba...» A punto de pisar de nuevo las tablas del Teatro Andalucía se volvió un segundo hacia su madre y le dijo: «Yo seré artista, mamá: esto es lo único que me gusta». Fue en 1989. Tenía seis añitos. Ayer, la Cátedra de Flamencología respaldó su fulgurante carrera con el Premio Flamenco Joven.

-Así que al final lo ha conseguido. Es usted artista...

-Me tomo el premio como eso, como un reconocimiento de lo que vengo haciendo por este sueño desde que era pequeña, aunque sé que aún me queda mucho por hacer.

-¿De dónde le viene el duende?

-Pues supongo que de mi padre, que era un grandísimo aficionado. A todos nos gusta mucho el flamenco, tanto que de mi casa han salido dos profesionales: mi hermano y yo. De hecho, empecé imitándolo a él, con cinco años.

-Tendrá más de un maestro, pero ¿cuál fue el primero?

-Fue mi hermano, sin duda. Mi familia tiene por ahí algunos vídeos en los que, con cinco años, salgo bailando por soleá, bulerías y tanguillos de Cádiz con mi hermano catándome atrás, porque si no yo no bailaba... Él fue el que me escuchó y el que se empeñó en modularme...

-¿Y en qué momento decidió que o se dedicaba a esto o no sería feliz nunca?

-Creo que es algo que siempre tuve interiorizado. Lo di por hecho. En el colegio, por ejemplo, yo era una chica rara, aunque muy responsable. Cantaba y bailaba a todas horas, pero no como un juego, sino intentando mejorar, aprendiendo constantemente de todos los artistas que me gustaban. En cuanto acabé mis estudios, me lancé de cabeza a esta pasión...

-¿Cuándo se sintió profesional?

-Creo que a los doce años, cuando le canté a Farruquito. Entonces eso era algo muy difícil, y lo sigue siendo... Poco después llegaron mis primeras bienales, y ya empiezas a sentirte dentro... Le canté a Israel Galván, a Belén Maya... Cuando me fui pa'trás me di cuenta de que, si Dios me daba suerte y salud, podría comer de esto...

-¿Es muy, muy raro que una chica joven diga en 2009 que quiere dedicarse al flamenco?

-Puede que sea raro, pero parece que los jóvenes siguen sintiendo el flamenco de una forma excepcional. Aunque seamos pocos, sentimos el flamenco como una fuerza imparable. No hace mucho me topé con una cría de ocho años en Moguer que, después de una actuación, me dijo que escuchaba a Manolo Caracol, y a La Paquera, y a La Niña de los Peines... Fue un espejo en el que me vi.

-¿Qué le pide al futuro?

-Le pido salud, fuerza y que no me falte la ilusión. Y, ya puestos, una cosita más concreta: me gustaría que se me abrieran las puertas del Falla para el espectáculo que tengo con mi hermano...