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Sócrates saluda a sus seguidores. /AP
MUNDO

El 'socratismo absoluto' llega a su fin en Portugal

La insuficiente victoria del primer ministro deja a los socialistas lusos en manos de las fuerzas minoritarias

ANJE RIBERA
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José Sócrates y el Partido Socialista ganaron el domingo las legislativas de Portugal. Eso dijo el escrutinio. Pero ese triunfo condena al otra vez primer ministro a un Gobierno en minoría, similar al de su amigo José Luis Rodríguez Zapatero. Su segundo mandato contará, por tanto, con un reducido margen de maniobra para continuar con el programa «de reformas, modernización y justicia social» llevado a cabo los cuatro años anteriores y en el que confiaba para conseguir que el país vecino supere la fuerte recesión.

La noche electoral la cerró con la reivindicación de «una victoria sin ambigüedades». Eran momentos de euforia, de relajación tras una larga campaña. El amanecer de ayer fue distinto. Un choque con la realidad. Los socialistas han perdido la mayoría absoluta y, por ello, dependerán de su capacidad de convencer a la oposición para poder hacer fructificar sus planes.

El jefe del Ejecutivo de Lisboa lo tiene complicado. Tanto desde la izquierda como desde la derecha, se descartó durante la lucha electoral cualquier opción de pacto de gobierno o alianza parlamentaria. Además, los grupos fortalecidos por las urnas -la derecha populista del Centro Democrático Social (CDS) y el Bloque de Izquierda (BI)- reivindican una mayor intervención en las decisiones futuras.

Reducción de impuestos

Paulo Portas, líder del CDS, ya reclama una reducción de impuestos y apuesta por cargas sociales mínimas. El trotskista Francisco Lauça, del BI, exigirá la estatalización de una parte de los servicios bancarios y energéticos, además de que «el sistema social responda realmente al desempleo». Ambos programas parecen hacer imposible el entendimiento. Si Sócrates se acerca a los conservadores perderá al ala izquierda de su propio partido. Y si se deriva hacia este sector cerrará las puertas al centro-derecha. «Es el final del 'socratismo absoluto'», titulaba ayer el rotativo de Lisboa 'Diario do Noticias', que hacía hincapié en que los socialistas cosecharon nueve puntos menos que en los comicios anteriores. La cita con las urnas se convirtió en un referéndum para el primer ministro. El socialismo ha ganado. El 'socratismo', no. Al menos en cuanto a una forma de gobernar que no acabó de seducir ni a propios ni a extraños. Únicamente al aparato.