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Los liberales marcan el paso a Merkel

La canciller avisa de que la reducción fiscal será por etapas La CDU-CSU logra la menor cantidad de votos desde 1949

CORRESPONSAL. BERLÍN Actualizado: Guardar
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Angela Merkel volverá a ser la canciller de Alemania otros cuatro años, pero esta vez sus socios de gobierno serán distintos a los de la pasada legislatura. En la nueva alianza encabezada por la CDU sí estará, como es normal, la CSU de Baviera, pero el tercero en discordia será el Partido Liberal y no los socialdemócratas del SPD.

Pero pese a su victoria, Merkel tiene pocos motivos más para estar contenta dado el pobre resultado obtenido por los democristianos -un 33,8% de los votos- y a la incómoda certeza de que sólo puede volver a dirigir el Ejecutivo germano con el apoyo de un fortalecido FDP. En 2005, el 35,2% de los sufragios logrados ya echó por tierra la intención de la canciller de formar una alianza con los liberales y se vio obligada a negociar con los socialdemócratas una gran coalición. La factura fue que tuvo que aceptar la presencia de ocho ministros del SPD.

Las consecuencias de lo sucedido el domingo quedaron reflejadas ayer en la prensa conservadora. «Esta victoria no tiene nada de brillante. El resultado es amargo para la CDU-CSU y en particular para la canciller», recogía el 'Die Welt' al recordar que la democracia cristiana había cosechado la menor cantidad de votos desde 1949. «Casi ninguno de los éxitos de Merkel ha beneficiado a su partido», añadía el periódico, y apuntaba que la canciller debe su continuidad en el cargo al éxito del FDP.

El influyente Frankfurter Allgemeine Zeitung olvidaba el respeto e interesado cariño que siente por la jefa de Gobierno al cuestionar en su primera página la habilidad de Merkel para ganar elecciones. «El triunfo tiene sus zonas de sombra. Con Merkel la CDU-CSU ha seguido perdiendo votos», indicaba el diario, que no ocultaba que la campaña había estado centrada en la líder democristiana. Pero el apunte más ilustrativo correspondía a una caricatura publicada por el Süddeutsche Zeitung. En el dibujo se podía ver a la canciller cargando sobre sus hombros a un eufórico Guido Westerwelle, jefe de los liberales, y arrastrando una bola de hierro de presidiario con las siglas de la CSU.

Merkel ha logrado salvar su cargo, pero nadie sabe el precio que tendrá que pagar su partido por seguir en el poder. El peso del FDP en el futuro Ejecutivo será mucho mayor que el que tuvo en tiempos de Helmut Kohl. Además, Westerwelle, convertido en la superestrella de la política germana, anunció ayer que no está dispuesto a renunciar a algunos de los principios que defendió durante la campaña y que incomodan a la CDU, como un recorte fiscal de 35.000 millones de euros y facilitar la contratación y despido por las empresas, amén de deshacerse de participaciones estatales en compañías como el operador ferroviario Deutsche Bahn.

Formación de gobierno

Casi a merced de un aliado ambicioso, Merkel prometió que desea seguir siendo la «canciller de todos» y que no perderá de vista el equilibrio social. «La Unión es el partido del centro y soy la misma con uno u otro socio», declaró durante una rueda de prensa en la sede de su partido en Berlín. Pero aunque desea concluir la negociación con los liberales antes del 9 de noviembre, dejó claro que no habrá precipitación, una manera elegante de advertir que la formación de gobierno no será fácil ni rápida.

Merkel y la CDU prometieron una rebaja fiscal de 15.000 millones de euros en la próxima legislatura. Pero nadie sabe en Alemania si podrán cumplirlo dada la desoladora situación de las arcas estatales. Por eso, la canciller subrayó que la reducción se llevará a cabo de forma paulatina en dos etapas y a partir de 2011. La dirigente democristiana también fue categórica al asegurar que en los próximos cuatro años no habrá recortes sociales y que el nuevo gobierno tampoco dará marcha atrás en un aspecto que el FDP quiere dejar sin efecto: el salario mínimo aprobado para varias ramas de la economía. Menos efusiva se mostró al comentar el resultado de las urnas.