La tradición de la uva se apaga
El 'boom' inmobiliario y la falta de mano de obra han reducido en los últimos 20 años un 70% el cultivo de la vid en la localidad
CHICLANAActualizado:La escasa rentabilidad del campo en general y el boom del negocio inmobiliario en la última década en Chiclana han provocado que en este término municipal, una actividad tradicional como las viñas esté a punto de perderse. En estos momentos en la localidad apenas sobreviven algo menos de 360 hectáreas de cultivo de vid, cuando hace dos décadas esa cifra era diez veces superior.
La culpa, según explican los expertos en este sector, la tienen varios factores: el primero de ellos, la escasa rentabilidad económica de este cultivo; «ahora mismo las viñas no son rentables», afirman desde la Asociación de Agricultores del Cordel el Fontanal. Este colectivo es uno de los pocos que quedan en Chiclana integrado exclusivamente por profesionales del campo del sector. Son apenas 80 personas, todos varones de mediana y avanzada edad, que ven cómo «nuestro modo de vida cada día tiene menos futuro».
Además, otra de las carencias que arrastran las viñas en Chiclana es la falta de mano de obra; «muchos jóvenes abandonaron el campo para trabajar en la construcción y otros sectores más rentables en su día», explican fuentes del sector bodeguero. Sin embargo, buena parte de ellos está empezando con la crisis del ladrillo a volver.
En estos momentos, 24 jóvenes integran una escuela taller denominada Viñas de Chiclana que alberga las esperanzas. En unos meses, iniciarán prácticas remuneradas en la Cooperativa Chiclanera.
Futuro incierto
Desde esta entidad, su presidente, Manuel Manzano, se muestra cauto al hablar del futuro de las viñas en la ciudad, un municipios que soporta además los mismos problemas que acucian al resto de poblaciones del Marco de Jerez.
Desde la oposición se piden «medidas concretas y contundentes para evitar la desaparición de una de las señas de identidad de Chiclana durante décadas».
En los últimos años se han sucedido ayudas monetarias directas por parte del Ayuntamiento a los agricultores, que no han paliado el problema de fondo. Además, el Consistorio trabaja en la puesta en marcha del denominado museo del vino y la sal, que serviría «para mantener viva la memoria de dos pilares de la economía local». Muchos temen que las únicas parras de vid que a este ritmo queden en unos años en la ciudad sean, precisamente, las que se expongan allí.