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Volvamos al pasado: Solbes vs Pizarro

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El pretérito perfecto es la espantada de Solbes, del que no dudo sus conocimientos económicos y su solvencia intelectual. El presente, es el comienzo de su epitafio puesto en bandeja por ZP: «Es un servidor público ejemplar y debemos dejarle que descanse». «Que descanse en paz», será su futuro, como el de cualquiera. Pero a juicio del vicepresidente tercero, es difícil su encaje en el trabajo parlamentario, dada su dilatada trayectoria política. Seguía diciendo Manolito, como le llaman en Andalucía al Presidente del partido, «que algunos siguen su trayectoria en el Parlamento Europeo, en la política exterior o en la actividad privada». Parece que no lo van a dejar descansar, para que descanse pronto en paz. Desde luego tiene la suerte a juicio de Chaves, de optar entre tres alternativas de ocupación y seguro que bien remuneradas. Igualito que los más de cuatro millones de desempleados que ya tenemos. Pero que no se nos olvide el pretérito imperfecto, sus grandes tragaderas, y aquí no hay excusas que valgan. Si uno piensa que son un disparate, lo que hay que hacer es irse en el momento y no corresponsabilizarse como ha hecho en estos cinco últimos años llenos de ocurrencias zapateriles en lo económico. Y si no díganme al respecto: la renta de emancipación de la ministra de Vivienda, los 400 euros como instrumento de política fiscal, los 2.500 para cuando venga la cigüeña desde las lejanas tierras donde cohabitan el insigne Nicolás y la Brunni, amén de repartir miles de millones a muchos de los Estado que ningunean a nuestras empresas con presencia en los mismos.

Pero el pasado que ahora rememoro es el ya célebre debate Solbes-Pizarro. Los medios de comunicación dieron como ganador al primero. Pues bien, el análisis histórico de lo allí acontecido, no sólo confirma que Pizarro tenía toda la razón, sino que Solbes engañó al electorado en un momento crucial de elecciones generales. Comenzaba el mismo diciendo que «se han creado más de tres millones de empleos en la legislatura y que la tasa de paro es más baja que la que había con el PP» (más del 11% con el Partido Popular y 8,6% ahora). Pero no decía que la economía seguía la inercia de los acontecimientos pasados en política económica, es decir, de la época del PP. Replicó Pizarro en los prolegómenos aduciendo que «España no va bien... según indicadores como el CIS y el ICO. España es campeona en inflación, en el déficit por balanza de cuenta corriente, en endeudamiento de las familias y en desempleo. Nuestra política ha sido de estabilidad presupuestaria y de reformas estructurales». A lo que el novel contrincante en política respondió que «se necesita la inversión y el desarrollo, no sólo en las universidades sino en las pequeñas y medianas empresas. Las dos palancas de futuro son la energía y la educación». Concluía el debate sentenciando el candidato socialista y transmitiendo un «mensaje de tranquilidad y confianza porque España está bien preparada para hacer frente a cualquier reto. Los socialistas proponen un modelo de España muy diferente al del PP, con más realismo y confianza como ha demostrado nuestra eficacia o las cuentas públicas saneadas». Y por último apostilló: «Con ideas claras y un liderazgo fuerte, estoy convencido de que tras las elecciones España saldrá reforzada». Creo que las palabras sobran.