Opinion

Negociación acotada

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La negociación parlamentaria del proyecto de Presupuestos para 2010 permitirá calibrar en las próximas semanas el grado de consonancia que provocan las Cuentas Públicas entre las fuerzas de la oposición, pero sobre todo hasta qué punto logrará el Ejecutivo sortear los obstáculos de su insuficiente mayoría en el Congreso. El protagonismo que está dispuesto a asumir el presidente Rodríguez Zapatero desde los compases iniciales de los contactos evidencian la imperiosa necesidad que tiene el Ejecutivo de amarrar los potenciales apoyos en un momento muy delicado de la legislatura. Pero ello da prueba también, paradójicamente, de la razonable confianza que alberga el líder socialista en poder sacar adelante su propuesta presupuestaria con menos apuros de los que darían a entender su precariedad en el Legislativo y la erosión en su credibilidad ocasionada por la gestión de la recesión económica. El año pasado, el Gobierno consiguió ver aprobados los primeros Presupuestos de la crisis gracias al apoyo del BNG y del PNV, un respaldo el de este último que llevó a los socialistas a un ejercicio de correspondencia con el entonces Ejecutivo de Ibarretxe cuando apenas quedaban unos meses para las elecciones autonómicas. La reedición del acuerdo con los peneuvistas supondría un ejercicio de posibilismo extremo, dado que permitiría a los nacionalistas recomponerse como aliados necesarios para Zapatero mientras ejercen de oposición al Gobierno de Patxi López en el País Vasco y facilitaría al presidente hacer prosperar sus objetivos con mayor holgura de la prevista, a expensas del efecto que esa eventual alianza pudiera ejercer sobre el pacto PSE-PP en Euskadi.

En cualquier caso, el modo en que se ha planteado de partida la negociación presupuestaria certifica la renuncia del Gobierno, en tanto que máximo responsable de la política económica, pero también del PP a explorar cualquier acercamiento no ya sobre las Cuentas Públicas, sino sobre la gestión de la crisis. Los escollos del Gobierno para superar a cada votación el riesgo de soledad y las trabas con las que se están encontrando los populares para que se visualice su alternativa en las Cortes amenazan con condenar la legislatura a un estancamiento infinito y a la pérdida de un esfuerzo consensuado que contribuya a rescatar a España de la recesión.