30 años después

La detención ayer en Suiza de Roman Polanski atrapa al director en la sombra de la que lleva más de 30 años huyendo, cuando escapó de Estados Unidos para evitar su posible ingreso en prisión por haber abusado sexualmente de una menor, tras haberse declarado culpable y haber llegado a un acuerdo con las autoridades. El extraordinario talento de uno de los realizadores más personales de las últimas décadas no constituye cobertura alguna para que no purgue un delito como el imputado si la Justicia acredita su responsabilidad, y por más que el propio Polanski fuera víctima de una violencia tan brutal como la que le arrebató a su mujer, Sharon Tate, a manos de la espeluznante secta de Charles Manson. Pero aunque la amenaza del proceso abierto en Los Ángeles siempre ha planeado sobre Polanski, no deja de resultar desconcertante que se haya procedido a su arresto tres décadas después.