Antonio Iriondo.
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Espectáculo y goles de un San Fernando que poco a poco coge el tono a la categoría

Juanje abrió la lata con un zurdazo exquisito desde el medio campo que puso en pie a la grada de Sacramento

SAN FERNANDO Actualizado: Guardar
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La gente en San Fernando tenía ganas de disfrutar de un encuentro como el que ofreció su equipo ante la Olímpica Valverdeña. No sólo las victorias y los puntos son importantes cuando un público está acostumbrado a lo bueno, y eso lo sabe perfectamente Antonio Iriondo.

Por eso, insiste en que hay que tratar con cariño a la pelota y usar el sentido común en cada pase, en cada jugada. Por su empecinamiento, el conjunto azulino firmó ayer un partido perfecto y, lo que es mejor, da la sensación de ser ese bloque superior que debe mandar en esta Primera Andaluza.

Del primero al último, todos salieron con esa idea en la cabeza. Y Juanje fue el primero en avisar de que tocaba fiesta en Sacramento. Un zurdazo exquisito desde el centro del campo servía para abrir la lata y levantaba al público de sus asientos. Un magnífico regalo para sus vecinos en una campaña que puede ser la de su despedida del fútbol a nivel competitivo.

Pero ayer todo eran buenas noticias. Diego Castillo volvía con un partido completo a la que siempre va a ser su casa, por su entrega y su honradez dentro y fuera del campo. En su reestreno cabalgó la banda como quiso y regaló un centro medido a Puli, que empaló de manera brillante en caída para hacer el 2-0 y reivindicarse ante su público. La cosa iba de isleños hasta el momento.

Con ese resultado se acabó la primera parte. Diez minutos fueron suficientes para encarrilar el choque y los otros 35, a tocar y tocar. A marear a un rival que ni jugó ni molestó, que ni siquiera se dedicó a hacer faltas, que parecía que llegaba a La Isla con los puntos perdidos de antemano.

La segunda mitad fue un calco de la primera, aunque con la diferencia de que ya no existían los agobios del marcador.

Fue una segunda parte para deleitarse, como lo hizo Paquito Sánchez con su zapatazo que se convirtió en el tercero. La grada supo ser agradecida. También Natera encontró su premio en el descuento con el cuarto, que le pasó por delante a un Sotelo voluntarioso al que, si no se angustia por su sequía personal, seguro le saldrán bien las cosas.