El granadino ultima los detalles de su personaje, el príncipe Ramiro, en los ensayos del Villamarta. /ESTEBAN
JOSÉ MANUEL ZAPATA TENOR

«El Villamarta no es la Ópera de Viena pero es donde mejor estoy»

El tenor asegura que ver 'La Cenicienta' es «una oportunidad para engancharse al género lírico» y destaca que «hay que quitarle el marchamo de seriedad a la ópera»

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Es granadino y da vida a Ramiro, el príncipe enamorado de La Cenicienta (Rossini). José Manuel Zapata debutará este jueves en el Teatro Villamarta después de haber cantado en escenarios de primer nivel como el Metropolitan de Nueva York.

-Es su primer encuentro con el público de Jerez.

-Estoy muy contento y me hacía mucha ilusión estar en Jerez porque otros compañeros me habían hablado de lo bien que se trabaja aquí y de lo divertido que es. Y es cierto. Me lo estoy pasando como un enano, ojalá no se acabara nunca. Aquí es quizás donde menos cobro y no es un teatro como la Ópera de Viena pero es donde mejor estoy. Hay cosas que no se pagan con dinero.

-La Cenicienta es una de las obras más complejas de Rossini.

-Es muy difícil. Vocalmente es muy complicada y musicalmente es una obra maestra. Es quizás el punto álgido de la obra de Rossini junto con otras piezas como Guillermo Tell. Todo lo que ocurre en la escena está perfectamente reflejado en la música. Es una maravilla.

-Usted interpreta a Ramiro, el personaje enamorado.

-Ramiro es el príncipe. La historia es muy parecida al cuento de La Cenicienta pero Rossini la desprendió de la parte mágica. Aquí no hay un hada madrina sino que incorpora a Alidoro, el consejero del rey, que hace de celestina para que el príncipe encuentre el amor verdadero. Yo me disfrazo de mi criado para entrar en casa de ella, para ver cómo es, para que no se enamore de mí por la riqueza o el título. Es romántico y arriesgado.

-El humor está muy presente en La Cenicienta.

-Es un drama jocoso. La mayoría del tiempo es comedia aunque hay partes serias. Este montaje, además, es muy movido y gimnástico. Pasan cosas todo el tiempo y hay un movimiento continuo.

-Este título de Rossini puede servir para crear nuevos aficionados.

-Es una ópera para engancharse al género lírico. Es un cuento pero musicado. Creo que hay que quitarle a la ópera el marchamo de cosa seria y aburrida, aunque hay obras que sí que lo son. Yo, que me dedico a esto, pienso a veces: «Por Dios, que se acabe esto y me pueda ir a tomar una cerveza». Hay coñazos verdaderos de óperas pero ver La Cenicienta es una oportunidad para iniciarse. Se puede decir que es un musical con la historia de La Cenicienta.

-¿La ópera está siempre en crisis, como dicen del teatro?

-El teatro lírico ha experimentado un gran desarrollo en España en los últimos años y esta crisis está afectando de una manera muy seria porque se están haciendo recortes presupuestarios. Me acaban de cancelar un título en la Ópera de Valencia por falta de presupuesto aunque también por otras cosas. También se nota en reducciones de caché. Por ejemplo, el Metropolitan ha pedido un recorte del 10% a todos los que vayamos a cantar este año allí. Yo volveré en abril. Los teatros se siguen llenando pero con lo que paga el público no se pueden mantener. En España hace falta apoyo público y en Estados Unidos el capital es privado. Con la crisis muchos de los patrocinadores se han retirado.

-En esta obra que se estrena el jueves comparte cartel con otros talentos de la escena española.

-El reparto es muy compacto. Todos los solistas tienen una gran calidad y, además, es muy pareja. Todos somos españoles, prácticamente pertenecemos a la misma generación y todos somos amigos. Y la dirección escénica es genial. Estamos trabajando muy a gusto y hoy en día es complicado porque muchas veces las direcciones escénicas son estrambóticas y te llevan por caminos por donde no quieres ir. En este caso, es un placer. Stephan Grögler es una persona apacible, cariñosa y paciente. La producción tiene chispa, magia... y Carlos Aragón -el director musical- nos trata como a reyes.

-Es cierto que contamos ahora con una buena generación de solistas españoles.

-Y están saliendo muchos más. La generación nuestra, a la que pertenece Ismael Jordi, Mariola Cantarero o Celso Elbelo salimos mucho fuera pero es que detrás viene otra generación muy buena. Parece que se está poniendo de moda y están saliendo muy buenas voces sobre todo del sur.

-Desde hace unos años empieza a verse menos elitismo en la ópera, menos pieles y joyas.

-Eso ha tirado mucho para atrás a la gente joven. Se asocia la ópera con la alta sociedad. Se nos ha olvidado que la ópera nació como un espectáculo popular. El elitismo llegó a finales del XIX y principios del XX.

-¿Qué destacarías de este montaje de La Cenicienta?

-Retoma la magia de Rossini. Él le quitó el aspecto mágico eliminando al hada madrina y aquí se retoma. Es como una fábula. Aparecen personajes de otros cuentos en un ambiente de desván.