![](/cadiz/prensa/noticias/200909/27/fotos/984600.jpg)
Merkel busca una reválida sin ataduras
Aspira a enterrar hoy la alianza con el SPD con un claro triunfo que le reafirme como canciller
CORRESPONSAL. BERLÍN Actualizado: GuardarDespués de vivir la campaña más aburrida que se recuerde en la historia electoral del país, unos 62 millones de alemanes acuden hoy a las urnas para elegir entre dos formas de entender la política que han compartido gobierno durante los últimos cuatro años. En un extremo se sitúa la canciller Angela Merkel, que pretende recuperar la vieja filosofía neoliberal que predominó en el país hasta 1998. En el lado opuesto del cuadrilátero, el aspirante socialdemócrata y ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, apuesta por la justicia social y una mejor distribución de los ingresos.
Al igual que sucedió en 2005, los dos principales aspirantes decidieron ignorar el tradicional día de reflexión y encabezaron ayer sendos mítines en los que prometieron continuar con la lucha hasta el cierre de los colegios. La razón que propulsa está incansable batalla estriba en que según los sondeos un tercio del electorado aún no sabe por quién votar. El invisible ejército de indecisos puede acabar nuevamente con la credibilidad de las institutos demoscópicos, como ocurrió hace cuatro años, y que predicen una leve mayoría para la posible alianza entre la CDU y el Partido Liberal (FDP).
«Todos los votos cuentan», exclamó ayer la canciller en Berlín, al poner fin a su campaña, que fue calificada por el ala derecha de su partido como «pasiva» y poco «beligerante». «Merece la pena abordar hasta última hora de la noche a todos los amigos y a todos los vecinos», insistió la jefa del Ejecutivo, que todavía no olvida la decepción que sufrió hace cuatro años, cuando la democracia cristiana obtuvo un 35,2% de los votos después de liderar todos los sondeos con un 42-43%.
Frank-Walter Steinmeier, que debió luchar a lo largo de toda la campaña con un resultado adverso de las encuestas, que siguen pronosticando su derrota, prolongó ayer su campaña en Dresde y en su ciudad natal de Detmold para prometer a sus seguidores que la carrera por la cancillería sigue abierta. «La democracia cristiana se está deshaciendo como una caja de cartón mojada», animó. «Todos los que deseen impedir que este país se divida entre ganadores y perdedores deben acudir a las urnas. Todos los que deseen impedir una coalición de centroderecha deben levantarse de sus sofás y acudir a los colegios».
Pero en vísperas de la cita con las urnas, los dos principales rivales nuevamente evitaron mencionar sus respectivos planes para enfrentarse a las secuelas de la grave crisis económica y financiera que llevó a la primera potencia económica europea a la peor recesión en los últimos 60 años. Al margen de confesar su deseo de sellar una alianza con los liberales, Merkel guardó silencio sobre sus verdaderos propósitos si vence en los comicios.
El principal mensaje de Steinmeier, en cambio, fue evitar mencionar en todos los escenarios posibles que su única opción para llegar al poder es la continuación de la gran coalición, una posibilidad que tampoco quiso descartar la canciller. Fue esta imagen la que dominó a lo largo de la campaña y la que marcó el único debate ante las cámaras de televisión que sostuvieron los dos aspirantes, donde recordaron a una vieja pareja matrimonial que parecía estar contenta de volver a compartir el poder en la próxima legislatura.
Sin ataques personales
Durante las cuatro semanas que ha durado la pugna, los dos líderes han evitado los ataques personales y lo más duro que se han echado en cara ha sido algo tan trivial como que «el SPD está dividido y no sabe lo quiere» -Merkel- y «ella se apropia de ideas ajenas» -Steinmeier-.
Aunque ambos endurecieron sus críticas en vísperas de las elecciones, no lograron evitar que Alemania acuda a las urnas como un país sonámbulo, donde la mayoría piensa que los comicios servirán para llevar a Merkel de nuevo a la cancillería, una posibilidad que nunca pareció disgustar al líder socialdemócrata siempre y cuando su partido siga en el poder.
Esta imagen se proyectó incluso en los programas electorales de ambos partidos. En temas como medio ambiente, protección a la familia, educación, presencia militar alemana en el extranjero, nuevas tecnologías e inmigración las diferencias son mínimas. En el polémico tema de la energía nuclear, la CDU descarta la construcción de nuevos reactores, pero apuesta por alargar el funcionamiento de los actuales. El SPD, en cambio, defiende el apagón atómico previsto para un lejano 2021.
Las diferencias son más notables en el campo laboral. El SPD apuesta por la introducción de un salario mínimo, mientras que la CDU se opone. En política fiscal, los socialdemócratas no ven espacio para una rebaja, algo que prometen los democristianos aunque no quisieron precisar una fecha.
Con respecto a la crisis financiera, los dos partidos coinciden en que hay que regular y vigilar la actividad de la banca. La prensa no ha escatimado elogios para calificar la actuación de Merkel y de su ministro de Finanzas, Peer Steinbrück (SPD), para impedir que la crisis acabara con la paz social en Alemania y por su trabajo en los foros internacionales.
«Uno sólo puede estar orgulloso de la actuación del gobierno en la cumbre del G-20», anotó el presidente de la confederación sindical, Michael Sommer, al sugerir que los trabajadores no sufrirían una decepción si las urnas vuelven a apostar por la gran coalición.