Listos, ricos y guapos
Actualizado: GuardarDe todos los debates en los que la ciudad (o mejor dicho, los políticos y periodistas) se desangra, el del tranvía es uno de los más trascendentales. Lo de la Aduana no es, ni de lejos, la mitad de relevante, salvo para los Zara y Mango que tal vez pensaban instalarse en la estación vieja y ahora preferirán el último rincón de Bahía Sur. Lo del tranvía no puede ser una apuesta a medias, pero el problema es que esta ciudad no da para todo.
Si hay sitio para el tren, no lo hay para los coches o para el peatón y si no, será el peatón o las bicicletas las que salgan perjudicadas. Menos mal que no tenemos aeropuerto, porque si no, habría que meter el avión en esta ecuación.
Se tome el camino que se tome -por detrás del jardín de Astilleros, por la avenida de Las Cortes o por la de Huelva- habrá que renunciar a algo. Y además, llegados a la carretera Industrial, empezará el verdadero un cuello de botella.
Es verdad que no tiene por qué producirse una avalancha de coches que lleguen a Cádiz sólo porque exista el nuevo puente (tal vez los primeros días muchos sí se darán una vuelta para ver cómo adelantan los tiempos, que es una barbaridad) pero bastará con que entren la mitad de los que lo hacen por el Carranza para que la hayamos liado parda. Si ahora mismo, se producen atascos en esa carretera industrial, pocos quieren imaginar no ya un sábado de Carnaval, sino un domingo con mercadillo medieval en San Antonio. En esta vida no se puede tener todo. Guapos, listos y ricos hay pocos. O llegamos con el coche hasta Mina o nos vamos en tranvía.