LA VOZ
Actualizado: GuardarEl mediodía de ayer me cogió sentado en una terraza, esperaba al camarero y leía LA VOZ... Mira, me acordé de aquel 26-S: me levanté deseoso, ávido de cultura. Me fui para el quiosco y... «¿Cómo que se te han acabao los vasos de Elcano, pisha...?» Aunque a mí me lo dieron en la entrepierna, aquello fue un pelotazo, y es que, cuando La Pepa dijo que en todos los pueblos se enseñaría a leer y escribir, ni Móstoles se conocía por las empanadillas, ni en la Moncloa fusilaban clases vespertinas de economía... y alguien tenía que contarlo; aquel patrio era rústico, pero aquí, ombligo aparte, había más periódicos que columnistas (hecho absolutamente prodigioso que le ayudará a fijar la idea). Con el devenir desaparecieron (los periódicos) hasta que en 2004 la ciudad recuperó el plural. Tal día como hoy apareció el primer número de LA VOZ. cinco años. Si fuera niño estaría en preescolar, y si fuera niña, también (sin problema con San Felipe), pero es un periódico al que cinco intensos años le han hecho experimentado en todas las vivencias sociales y culturales que somos, y somos tantas, tan variadas, con tantos matices... Generacionales incluso; este papel que sostengo entre las manos, a sabiendas que evoluciona de Gutenberg y va a la digitalización, guarda en cambio la cultura del tacto, la gozada de sentarse en una terraza y sentir entre los dedos la transmisión de esas vivencias... Quitando que apareció el papel del Elefante, las cualidades de un buen periódico son que soporte el sudor que deja el churro en el papel de estraza, que la intensidad diáfana que deja en el cristal del balcón no lo descomponga y que el equipo humano se inhiba de la involución colorista de los representantes de los ciudadanos (azul, decían) y se involucre con los ciudadanos y la ciudad... todas las tiene LA VOZ (...joé). Larga voz a LA VOZ. «Ponme un bo» (qué buena cristalería aquella, tú).