MUNDO

Irán mantiene su engaño al mundo

Obama denuncia que el régimen islámico construye otra planta nuclear a espaldas de la ONU y Teherán afirma que es su derecho

PITTSBURGH / NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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El pulso que mantiene la comunidad internacional con Irán a cuenta del controvertido programa nuclear de la República Islámica cobró ayer una intensidad sin precedentes cuando el presidente de EE UU, Barack Obama, escoltado por los líderes de Francia y Reino Unido, acusó a Teherán de construir actualmente una planta subterránea secreta para producir combustible atómico y de haberlo hecho a espaldas de la ONU. Lejos de negar la mayor, el jefe de la Agencia de Energía Atómica persa, Ali Akbar Salehi, confirmó en cuestión de minutos que su país ha estado construyendo «unas instalaciones semiindustriales de enriquecimiento de uranio» que no habían sido comunicadas a las autoridades internacionales.

El anuncio del nuevo desafío del régimen de los ayatolás se realizó apenas unas horas después de que el mandatario estadounidense lograra el respaldo unánime del Consejo de Seguridad de la ONU a una histórica resolución que, por primera vez, compromete a la comunidad internacional a «buscar un mundo más seguro para todos y crear las condiciones para un mundo sin armas nucleares».

Con este aval y aprovechando la concentración de líderes mundiales en la cumbre del G-20 de Pittsburgh, Obama no dejó pasar la ocasión para escenificar el primer gran acto del nuevo espíritu multilateralista que trata de imbuir a la política exterior norteamericana. Es en ese contexto donde cabe encajar la presencia junto a él de Gordon Brown y Nicolas Sarkozy, lo que dio un mayor significado a su advertencia a Irán.

Otro golpe de efecto fue la tempranera celebración rueda de prensa -8.30 de la mañana-, un indicio claro de que el mandatario demócrata buscaba que sus palabras fueran transmitidas en tiempo real a todo el mundo. Comedido sólo para evitar que su declaración sonara a amenaza, Obama reconoció el derecho de cualquier país a desarrollar un programa nuclear pacífico, pero cree que el de Irán excede ese fin a la vez que muestra escasa voluntad de cumplir con sus «obligaciones internacionales».

Cooperación

El inquilino de la Casa Blanca dejó la mano tendida a Teherán, pero instó al Gobierno Ahmadineyad a que coopere con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) en la reunión que el 1 de octubre mantendrá con el G5+1 -Reino Unido, EE UU, Francia, Rusia, China y Alemania-, las potencias con las que negocia su programa nuclear. Lo fundamental para evitar acciones posteriores es que el régimen islámico cambie su habitual cerrazón y permita la inmediata inspección de la instalación secreta por parte de la AIEA.

El programa nuclear iraní «representa un desafío frontal a los principios básicos de la no proliferación atómica», subrayó el mandatario estadounidense mientras Sarkozy justificó la necesidad de aumentar la presión sobre Irán porque sus gobernantes están llevando a la comunidad internacional por una «senda peligrosa» que ha ocasionado una «crisis de confianza muy grave».

China y Rusia también lanzaron mensajes en los que mostraban su preocupación por la nueva instalación iraní. El líder ruso, Dmitri Medvédev, declaró que viola las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU y que debe ser investigado por el organismo. El presidente chino, Hu Jintao, aunque preocupado, pidió más diálogo para que el asunto sea resuelto con la negociación.

Tras la sorpresa y condena internacional, Irán trató de defenderse al aducir que la planta en construcción está dentro del marco nuclear de la ONU. Akbar Salehi señaló que la nueva planta está en línea con el objetivo de la República Islámica de preservar y disfrutar de su «derecho inalienable» a una energía nuclear pacífica.