El médico de los desfavorecidos
Don José Girón entregó su vida a los demás y fue uno de los doctores más queridos de la ciudad
Actualizado: GuardarContinuando con la letra G, recalamos hoy en el doctor Don José Girón, hombre de bien quien como médico y cirujano ortopédico entregó su vida a la medicina dejando una profunda huella por su humanidad, trayectoria profesional y preclara inteligencia. Corrían las décadas de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo, años en que la medicina estatal no podía hacer frente a las necesidades que en el terreno sanitario tenía Jerez; una ciudad en constante expansión y desarrollo.
Ante las escasas prestaciones médico-quirúrgicas que se ofrecían, surgieron profesionales que hicieron frente a la demanda montando sus clínicas en nuestra ciudad, atendiendo de forma particular al ingente colectivo de enfermos y accidentados que la industria del vino, agrícola, etcétera, traía consigo. Tal fue el caso del doctor Girón, quien instaló su primera consulta en la calle José Luis Díez 8, para después trasladarse a un chalé de la actual avenida Álvaro Domecq; hoy en posesión del Ayuntamiento de Jerez, al que en tiempos del alcalde Pedro Pacheco se le dio a llamar La Moncloita.
Ni que decir tiene que la clínica del doctor Girón gozaba de las más modernas instalaciones que por entonces existían, con un bien equipado quirófano, habitaciones completas y luminosas y un reducido pero consumado equipo humano entre los que se encontraba su sobrino Bartolomé Benítez Girón, doctor en traumatología.
Nació este ilustre médico jerezano en el año 1889. Emparentado con numerosas y tradicionales familias jerezanas: los Romero, Girón, Benítez Girón... Estudió Primaria y el Bachillerato en Jerez y al terminar se trasladó a Cádiz para matricularse en la Facultad de Medicina, licenciándose con brillantez. Posteriormente marchó a Alemania donde trabajo en varias clínicas, especializándose en cirugía ortopédica y traumatología: injertos y trasplantes óseos. Fiel seguidor de las técnicas del insigne Premio Nobel español Josep Trueta.
A su regreso, trabajó en la clínica Rubio de Madrid para más tarde y coincidiendo con la llegada de los Hermanos de San Juan de Dios a Jerez, convertirse en el titular de cirugía ortopédica del Sanatorio de Santa Rosalía, donde llevó a cabo una ingente y extraordinaria labor con los niños allí recluidos, la mayoría afectados por la entonces terrible enfermedad de la poliomielitis, cuyas secuelas dejaba imposibilitados a un gran número de ellos, a los que el doctor Girón trataba y paliaba con sus intervenciones, la mayoría orientadas a posibilitarles la deambulación, la autodependencia y la integración social y laboral, de forma gratuita y desinteresada.
Actividad incesante
Se cree que a lo largo de su vida profesional, el doctor Girón llevó a cabo más de 30.000 intervenciones quirúrgicas. Su fama y prestigio profesional atravesaron fronteras, por lo que eran frecuentes pacientes de otros países, sobre todo del norte de África. Todavía recordamos los numerosos súbditos marroquíes que acudían a su clínica del antiguo paseo de Capuchinos para ser intervenidos de fracturas abiertas, infecciones óseas con úlceras tórpidas y gangrenas de lamentable aspecto y que el doctor Girón intervenía con increíbles resultados.
En su bonita y bien equipada clínica residió el Nobel de Medicina Sir Alexander Fleming durante su estancia en Jerez. Como decimos, fiel seguidor de las técnicas del catalán Josep Trueta, efectuó en Jerez los primeros injertos y transplantes óseos realizados con éxito en España; no en vano, y como ya hemos apuntado, se le calcula que a lo largo de su vida hizo más de 30.000 intervenciones quirúrgicas, sobre todo de traumatología infantil.
Aunque de seria y sobria personalidad, el doctor Girón fue sin embargo un hombre de amplio bagaje cultural, capaz de abordar y mantener cualquier temática relacionada con la historia, las artes, la medicina, la política, etcétera, siendo muy conocidas y frecuentadas las tertulias que diariamente se llevaban a cabo en el Casino Jerezano, institución de la que fue presidente y la que entre sus socios era popularmente llamada La Tertulia de los Sabios, debido al nivel intelectual de los tertulianos que gustaban participar en los coloquios y debates.
Son muchos los jerezanos y andaluces que fueron intervenidos por el doctor Girón y que salvó de la postración, para así llevar una vida más humana, por lo que, a pesar del tiempo transcurrido, aún se le recuerda con cariño. Los Hermanos de San Juan de Dios perpetuaron su memoria erigiéndole un busto en los jardines del Sanatorio y el Ayuntamiento de Jerez en agradecimiento a su extraordinaria labor lo nombró Hijo Predilecto de la ciudad, así como rotuló una calle con su nombre en la cercana barriada de San Juan de Dios
Reconocimiento
En el año 1966 y debido a su ejemplar trayectoria y meritoria labor, este eminente doctor jerezano fue reconocido y condecorado con la Gran Cruz de la Beneficencia. Su fallecimiento el día 2 de diciembre de 1966 fue muy sentido por el pueblo de Jerez, que acudió multitudinariamente a su sepelio, cuyos restos mortales fueron trasladados desde la casa mortuoria al Sanatorio, en donde fueron recibidos por el cuadro clínico de dicho centro al completo y por los Hermanos de San Juan de Dios, que portaron el féretro sobre sus hombros hasta la Capilla del Sanatorio, donde se llevó a cabo el solemne funeral de corpore in sepulto.
Por expreso deseo de la Comunidad de los Hermanos de San Juan de Dios y de sus familiares, sus restos fueron embalsamados y actualmente reposan su eternidad en la cripta del Santuario del Hospital de Santa Rosalía; ante el altar en el que se veneran los huesos de San Juan Grande, Apóstol jerezano de la Caridad.
En el pórtico del pabellón de San Patricio, se instaló la cabecera del duelo, que fue representada por el entonces presidente de la Diputación provincial de Cádiz, don Álvaro Domecq y Díez, y otras autoridades civiles y militares así como diversas representaciones de colectivos, hermandades y asociaciones de la ciudad.
Durante todo el día fue incesante el desfile de jerezanos que pasaron por la capilla ardiente, así como numerosísimas las llamadas telefónicas y telegramas que mostrando sus condolencias y que se recibieron de todos los rincones de España.