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El quirófano de Madagascar opera con manos gaditanas

Un equipo de especialistas del Puerta del Mar parte hoy hacia el continente africano para prestar asistencia en un proyecto humanitario

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Fueron portugueses los primeros europeos en pisar Madagascar, aunque luego terminó colonizada por Inglaterra y Francia. Es la cuarta isla más grande del mundo, punto estratégico durante la Segunda Guerra Mundial y se sigue muriendo de hambre. La pobreza total, dicen los que han pasado por allí alguna vez.

«Toda África es una herida y nosotros vamos a poner una pequeña tirita», cuenta el doctor Julio Rodríguez de la Rúa, que hoy mismo coge un avión rumbo a Madagascar junto a un equipo de diez especialistas más. La mayoría son facultativos del Puerta del Mar, que cada año repiten experiencia y arañan de un sitio y de otro para construir un quirófano en el corazón surdeste de la isla. «Hacia donde nos dirigimos hay un solo hospital público para 800.000 personas», cuenta el especialista. Pero la asistencia no es gratuita. Lo más parecido a un centro sanitario en la zona de Farafangana es una antigua leprosería reconvertida en clínica quirúrgica. Hasta allí enviaron dos aparatos de rayos X del hospital gaditano que se habían quedado obsoletos, camillas e instrumental. Fernández de la Rúa recalca que las condiciones son muy precarias, pero dan para operar en dos mesas.

Serán tres semanas en las que se centrarán en cirugía ginecológica, abdominal, oftalmológica y ortopédica. Éste es su campo y durante cinco años se ha enfrentado a deformidades y problemas óseos causados por la desnutrición. El nivel de abandono es doble cuando el paciente es mujer. Los problemas ginecológicos o para concebir son los principales motivos de sus consultas. «Nos encontramos a jóvenes con la zona genital destrozada tras partos complicados», explica el traumatólogo. Las malas condiciones de salud e higiene ponen en riesgo la vida de la madre y del feto y dejan secuelas para el resto de la vida. «Se trata de fístulas vesicovaginales y rectovaginales, que son fuente de infecciones y malos olores, motivos por los que los maridos llegan a despreciarlas.

Males antiguos

La malaria es otro de los sinónimos de la muerte en Madagascar. «Hay tuberculosis y hay lepra, aunque se quiera tapar», reconoce el facultativo. Pero a pesar de las duras condiciones de vida, se muestra optimista. La pequeña sala que comenzó siendo un retiro para enfermos repudiados se ha convertido en una clínica y la visita anual de los médicos del mundo desarrollado devuelve la esperanza.

Los especialistas forman parte de la Asociación Andaluza de Cooperación Sanitaria y ya están en contacto con médicos locales. Desde allí se ha separado a un grupo de entre 600 y 800 personas para que sean atendidos mientras dura el proyecto humanitario.