Kaka tiende la mano a Carlos Calvo para levantarse del suelo./ J.C. CORCHADO
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Goleada madridista a medio gas

El Xerez salta al césped del Bernabéu sin confianza ni pegada y sale humillado ante un rival que sólo aprieta en los últimos quince minutos

ENVIADO ESPECIAL A MADRID Actualizado: Guardar
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A Cristiano Ronaldo no le hace falta creérselo. Al astro portugués todo el mundo le dice lo grande, bueno y guapo que es. Pero hubo un día que sólo él pensó que podía llegar a ser el mejor jugador del mundo. El Xerez, en cambio, nunca tuvo fe en el Bernabéu. Al Deportivo le faltó creérselo, tener confianza, pensar que era posible puntuar en el templo blanco, pues no sirve de nada estar una semana negando el temor al Bernabéu para luego saltar al prado del estadio merengue y ver pasar con asombro a la galaxia madridista. El Xerez que llegó a la capital de España no fue aquel que pensaba que los sueños se pueden hacer realidad. A este Deportivo le pudo la grandeza de Chamartín. Lógico, por otra parte, en un estadio en el que hasta el blanco de las líneas de cal impresiona.

Por eso, el sueño duró lo que un suspiro. Saque inicial, apertura a la banda, Ronaldo avanza a trompicones de izquierda a derecha ante la pasividad de toda la zaga -especialmente de Casado- y mandó el esférico al fondo de la portería antes de que crono llegara al primero de los noventa minutos de partido. El portugués sí tuvo confianza, sí tuvo fe en sus posibilidades de pegarle nada más comenzar el encuentro en una jugada nacida de la nada. Al Xerez, en cambio, no le había dado tiempo a nada, no había tocado la bola, ni tan siquiera le había dado para sentir el famoso miedo escénico, pero el primer tanto ya había subido al marcador. Casi sin darse cuenta.

Esa demostración de pegada sí hizo temblar los cimientos del equipo de Ziganda. Ese gol tempranero, esa arrancada de Ronaldo y esa efectividad sí llevó el miedo a las piernas de los azulinos, pues temieron que su peor pesadillas les devorara en el Bernabéu. Nada más sacar los azulinos volvieron a perder la bola y se pasaron casi tres minutos impresionados por el brillo de las estrellas blancas, que, efectivamente, de cerca parecían los reyes del fútbol.

Nefasto inicio

Hasta el cuarto minuto no apareció el Xerez en el Bernabéu: Armenteros la puso en el punto de penalti de centro chut y a Maldonado le faltó un pelín de instinto para llegar a un balón que sólo hubiera tenido que empujar. El arreón azulino sirvió para que el Xerez entrara en el intercambio de golpes, respetuoso, pero digno de llamarse pelea al fin y al cabo. Viqueira fue capaz de que el temor fuera mutuo, durante unos instantes, gracias uno de esos libres directo que le han hecho grande. El gallego estuvo cerca de repetir aquel histórico gol de falta a Casillas, pero esta vez su zapatazo pegó justo en la cruceta.

Los madridistas, viendo los problemas del Xerez, decidieron dar una clase magistral de lo que significa pegada en el fútbol y tras 75 minutos paupérrimos de fútbol, optaron por golear. Los de Ziganda se volvían con el odiado saco de goles -ya saben, por aquello del día de Reyes- y lo peor de todo, es que casi ni se dieron cuenta.