TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

Gibraltar es un buen negocio

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Uno de los secretos mejor guardados en el contencioso de Gibraltar es que, desde finales del siglo XVIII, la existencia de la colonia ha supuesto en el fondo un negocio para la zona española circundante. En el pasado, de hecho, supuso un formidable balón de oxígeno para la miseria del sur y nutrió de contrabando su economía sumergida. Casi el mismo papel que los productos adquiridos en Ceuta y Melilla asumen hoy al otro lado de la frontera, en territorio marroquí.

Pero Gibraltar y el Campo de Gibraltar no sólo intercambian ya dinero en B. Esta semana, se ha hecho público un informe encargado por la histórica Cámara de Comercio de Gibraltar al profesor John Fletcher, de la Universidad de Bournemouth, cuyos datos referidos a 2007 cifran en un 12, 2 por ciento la aportación de Gibraltar al PIB de dicha comarca gaditana. En época de recesión y desempleo, Gibraltar es un alivio y un negocio. Según dichas cifras y durante dicho ejercicio, los empresarios locales importaron alrededor de 174 millones en bienes y servicios procedentes de España, mientras que los trabajadores españoles en el Peñón revirtieron en Andalucía alrededor de 27 millones de libras, procedentes de sus sueldos locales.

La interacción entre ambas economías podría situarse en torno a 420 millones de libras, sin contar los productos petrolíferos que podrían duplicar dicha cota. Lo curioso del caso es que el mayor suministrador de dichos productos en Gibraltar es la compañía española Cepsa y que los principales clientes, al margen de los automovilistas de ambos lados de la frontera, son los barcos que fondean en dicho muelle para aprovechar la tasa cero que la legislación española no permite aplicar en el vecino puerto de Algeciras. De hecho, Gibraltar importó aproximadamente 1,5 millones de toneladas en productos petrolíferos refinados en el Campo de Gibraltar para operaciones de bunkering, lo que arrojaría un valor aproximado a 300 millones de libras. El presidente de la centenaria Chamber of Commerce, Nicholas Russo, aprovechó lógicamente para sacar pecho y asegurar que mientras se suele argumentar que existe una correspondencia equilibrada en la balanza de pagos entre ambos lados de la Verja, lo cierto es que a la luz de este documento, todos los indicios apuntan a que la economía gibraltareña tiene mayores y mejores efectos en la economía campogibraltareña que a la viceversa: «El Peñón -adujo--, es una significativa máquina de crecimiento económico».

Otro dato de interés: los gibraltareños gastan en España alrededor de 30 millones de libras al año, pero los que cuentan con segunda vivienda en territorio español se dejan 33 millones. Claro que también es cierto que los visitantes españoles se dejan 134 millones de libras en las cajas registradoras gibraltareñas.

El jurista Andrew Haynes, uno de los impulsores del estudio, recordó que este informe vino motivado por una conferencia pronunciada en la Cámara por José Pons, director general del ministerio español de Asuntos Exteriores, quien habría puesto en duda que el Foro Tripartito que tan buenos resultados sociales viene dando supusiera a su vez un negocio de este calibre. Haynes acepta que los beneficios son mutuos y que la interacción también lo es. Y que robustece a las partes mucho más allá de lo que ocurriera durante los años que la frontera se mantuvo cerrada a cal y canto, o en momentos de especial tensión como los que vivió la zona durante el auge del contrabando y el narcotráfico, o durante la etapa del malogrado César Braña al frente del Gobierno Civil de Cádiz, que puso contra las cuerdas a la economía sumergida local con fuertes restricciones en el paso fronterizo. De hecho, Haynes acepta que en ese contexto el Peñón no prosperaría de la misma forma sin las facilidades, servicios y otros réditos de los que dispone al existir una relación fluida con España.

Atrás, quedó el largo periodo histórico en que Gibraltar dependía de la base militar. Hoy por hoy, Gibraltar tiene otros ingresos como los del centro financiero que vienen a suponer un veinte por ciento de los ingresos locales. Todo ello viene a coincidir con el anuncio del reinicio de las comunicaciones marítimas entre Gibraltar y Algeciras, una asignatura pendiente desde los acuerdos de Bruselas de 1984, desde que se interrumpieran en 1969. Ahora será la empresa Transcoma quien asuma este reto que probablemente beneficie a los trabajadores marroquíes que trabajan en el Peñón y que no pueden cruzar la Verja al carecer de visado para el espacio Schengen. A partir de este momento, podrán llegar antes a Tánger, utilizando los ferrys de Algeciras. Veinticinco mil libras dice la Cámara de Comercio de Gibraltar que le ha costado el estudio. Pero, en realidad, no tiene precio. Es muy probable que nada de esto resulte patriótico. Pero es sumamente práctico.