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Señores, el dinero a los colchones

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V isto lo visto en los últimos meses, y ante la codicia de los banqueros y sus delfines, lo mejor es, a partir de ahora, esconder el dinero que cada uno tenga en los colchones, como lo hacían antiguamente las abuelas. La solidaridad, tan pregonada y cacareada por Zapatero y su Gobierno, no va con los bancos y cajas que, ante una situación de crisis general, convierten a sus clientes de toda la vida en presas fáciles de cazar a cualquier precio. ¿Que por qué lo digo? Basta con preguntar a algún familiar o amigo que haya tenido la mala suerte de quedarse en paro, cerrar su negocio o simplemente sobrevivir a duras penas como autónomo; situación normal de cientos de familias que en estos momentos andan desesperadas en una cuesta interminable a la que aún no se le ve el principio de la pendiente ni por asomo. Por ello, les advierto que ni se les ocurra retrasar el pago de un recibo de la hipoteca o del préstamo personal que pidió para abrir su negocio y que con tanta facilidad le ofreció su banco cuando lo solicitó, regalándole tarjetas de crédito sin comisiones u ofreciéndole seguros a todo riesgo o planes de pensiones sin la menor de las pegas. Eso eran otros tiempos, cuando las entidades bancarias hacían caja y te regalaban un tesoro por abrir una cuenta a tu hijo o domiciliar la pensión de la abuela en una voraz lucha de competencias entre ellos. Daba igual conceder una hipoteca de 1.200 euros a un matrimonio mileurista sin asesorarles que podrían llegar tiempos difíciles, como los que ahora desgraciadamente vivimos. Estaba de moda el boom inmobiliario y había que aprovecharlo dándole palmaditas en los hombros a todo aquel que entrara por la puerta con el taco en el bolsillo. Las primas a los banqueros y directores de entidades por vender dinero llovían en forma de ascensos, billetes de colores, viajes y regalos, una situación que ahora quieren mantener cambiando el apretón de mano por la soga del ahorcado. Deje de pagar un recibo y en unos días su teléfono sonará a cada momento, a la hora que más moleste, recordándole que si tú no pagas -el tuteo está de moda- usted, el cliente modelo de toda la vida, pasará a engrosar la lista de los morosos más buscados. Todos sus datos personales, aquellos que facilitó a su banco o caja de confianza, serán entregados a auxiliares de gestión patrimonial de cobros, pertenecientes a empresas sin escrúpulos y sin ningún respeto a la Ley de Protección de Datos (hay ya casos incluso denunciados en los juzgados por vulneración de la privacidad y acoso bancario). Y en unos días un tipo sin identificar llamará a su puerta (que puede que ya no sea la suya) reclamándole al que abra los setecientos euros de la hipoteca. ¡Cómo para fiarse! Por eso les digo que lo poco que tengan lo guarden en casa, el que pueda, porque también le puede suceder que cuando vaya a sacar dinero del cajero se encuentre que Hacienda le ha retenido su dinero por el impago de las multas de tráfico. Y suerte que esta situación no le coja de vacaciones en otra ciudad, que se queda tieso y con lo puesto. Y su banco o caja de confianza, que siempre le ha comunicado por carta (son los que más gastan en papel) las nuevas promociones de planes de ahorro y pensiones, la disposición de préstamos a bajo interés o las garantías de tener su nómina domiciliada, ni siquiera les advierte de la situación de retención de su saldo por sms. Y lo que es mucho peor, se entere usted antes del estado de su cuenta por un camarero, que al cobrarle le diga que no hay saldo en la tarjeta de su banco o caja de confianza. De vergüenza. Por eso, de lo único que me he alegrado esta semana, es del anuncio de reducción de primas a los banqueros. Mientras tanto, ustedes vayan comprando colchones, aunque no se les ocurra pedir un préstamo para ello.

LAZO VERDE POR LOS AUTÓNOMOS

Está visto que los autónomos son los grandes olvidados en esta dichosa crisis y por ello como muestra de solidaridad van a promover la campaña del lazo verde. Para aclarar el concepto de autónomos (algunos creen que han sido sólo máquinas de crear dinero), son aquellas personas y familias enteras que invirtieron su patrimonio en montar un negocio por su cuenta, pagando impuestos, seguros y creando puestos de trabajo y que, ahora, ante la situación de ahogo, se ven abocados a echar el cerrojo y quedarse en la calle con deudas y sin cobrar un duro del paro. Algunos que promulgan la igualdad deberían revisar la definición de este concepto en el diccionario. De paso, que miren también qué significa exclusión social y que me digan si una familia de cuatro miembros con 420 euros se considera «incluida socialmente».