
La 'revolución verde' pervive en Irán «Las armas nucleares pertenecen al pasado»
El Gobierno de Ahmadineyad vuelve a verse obligado a recurrir a su aparato represor para disolver las manifestaciones de la oposición
Actualizado: GuardarTeherán, Isfahán, Tabriz, Shiraz.. las calles de las principales ciudades de Irán volvieron a acoger ayer marchas multitudinarias como las de junio. Aprovechando el llamamiento de las autoridades para celebrar el Día de Al-Quds, o de Jerusalén, una jornada de recuerdo y solidaridad con los palestinos y contra el sionismo, la oposición desafió a las autoridades para protestar por la situación que se vive en el país tras la polémica reelección de Mahmoud Ahmadineyad como presidente.
Con la presencia de prensa internacional y nacional vetada, fue de nuevo el periodismo ciudadano a través de imágenes captadas con teléfonos móviles el que mostró al mundo a través de Internet que la revolución verde que protagonizan los seguidores de los candidatos reformistas derrotados en las urnas, sigue viva. Frente a ellos los partidarios del Gobierno, que una vez más, como cada último viernes de Ramadán desde que así los instauró el imam Jomeini en los ochenta, salieron para mostrar su rechazo a Israel en una fecha tan señalada.
El eslogan reformista fue el mismo en todo el país: «Ni Líbano ni Gaza. Me sacrifico por Irán». Los manifestantes verdes también cambiaron los tradicionales gritos de guerra de «muerte a Estados Unidos y muerte a Israel» por el de «muerte a Rusia», uno de los países que respalda al actual Ejecutivo islámico. Decenas de miles de personas con el puño en alto lanzaron consignas contra las autoridades de Teherán y sobre todo contra el «dictador» Ahmadineyad. Entre ellas estaban los grandes líderes de la oposición. Mehdi Kerrubi y Mir Husein Musaví acompañaron a los suyos hasta que se vieron obligados a abandonar la marcha tras ser increpados por «gente enfadada», según la agencia oficial IRNA. Peor parado resultó el ex presidente Mohamed Jatamí, quien, según las páginas web reformistas, fue agredido y perdió su turbante al caer al suelo. En declaraciones a France Press, el hermano del reformista aseguró más tarde que los golpes no le habían causado heridas.
Desde que las protestas estallaran en todo el país tras los comicios del 12 de junio, las autoridades temían la celebración de festividades públicas. Primero fue el 18 de Tir -conmemoración de las revueltas estudiantiles- y ayer, el Día de Al- Quds. Ni el llamamiento a la unidad nacional lanzado por el cada vez más cuestionado Líder Supremo, Alí Jamenéi, ni la nota de advertencia hecha pública la víspera por la Guardia Revolucionaria, auténtico órgano de poder en el país, pudieron acallar las protestas. «Los valientes hijos de esta nación que forman parte de las fuerzas de seguridad, Policía, Guardia Revolucionaria y Basij estamos listos para enfrentarnos con firmeza a cualquier comportamiento anti revolucionario», rezaba el anuncio difundido por IRNA. Como ya lo han hecho en los últimos meses, su respuesta volvió a ser contundente.
Casi 400 muertos
«Gracias a Dios, por fin es viernes», tituló su principal editorial el diario ultraconservador Kayhan para bendecir la celebración de una nueva jornada de lucha contra el sionismo y criticar «la brutalidad de los aparatos de seguridad israelíes» a la hora de acallar a las «voces disidentes». Mientras las calles de las ciudades de Irán volvían a echar humo y decenas de personas eran detenidas, los medios locales mostraban sólo imágenes de los actos oficiales.
En la prensa internacional, al contrario, crece la presión contra las autoridades islámicas. El diario The Times publicó una primera entrega de un informe de 500 páginas que recoge entrevistas con víctimas de torturas, testimonios manuscritos e informes médicos sobre los detenidos en las protestas verdes. Muestra de que las fuerzas de seguridad recurrieron al «asesinato y tortura sistemática» para debilitar a los opositores. El documento al que ha tenido acceso el rotativo británico eleva a «200 el número de manifestantes muertos en Teherán, 56 desaparecidos en la capital y 173 fallecidos en el resto del país» a causa de la represión. El clérigo Mehdi Kerrubi, candidato reformista derrotado en las urnas, denunció hace varias semanas violaciones y torturas en las prisiones, y las calificó de «una vergüenza» para el sistema islámico.
Tenso. Mahmoud Ahmadineyad subió al estrado sin mostrar la confianza de la que debería hacer gala un representante que ha ganado unas elecciones con el 63% de los votos, según las cifras oficiales. Frente a él, en el auditorio de la Universidad de Teherán, sus más fieles incondicionales. Pero, apenas a unos metros de la valla de seguridad, decenas de miles de iraníes partidarios del bloque reformista que desafiaron a las fuerzas del orden y volvieron a echarse a la calle. El líder ultraconservador fue el encargado de inaugurar el Día de Al-Quds, y volvió a invocar a la negación del Holocausto, al que calificó de «mito», la mejor arma de Israel para atraer la atención mundial. Una república islámica rota en mil pedazos a nivel interno -ayer mismo, por primera vez en treinta años, no fue Hashemi Rafsanyani quien dirigió el rezo por sus diferencias con el presidente- entra en unas semanas clave en política internacional. Ahmadineyad viaja a Estados Unidos para tomar parte en una nueva Asamblea General de Naciones Unidas y posteriormente espera la reunión del Grupo del 5+1, formado por Estados Unidos, Reino Unidos, Francia, Rusia, China y Alemania, para discutir sobre el programa nuclear persa.
La comunidad internacional espera una respuesta positiva por parte de Teherán después de haber pasado por alto los informes que alertan sobre la violación de los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad islámicas en las revueltas electorales y, sobre todo, después de que Barack Obama desestimara la colocación de una torre de radar en República Checa y diez misiles interceptores en Polonia por considerar a Teherán una amenaza menor de la prevista.
«Pensamos que las armas nucleares pertenecen al pasado y a las generaciones pasadas. Nosotros no estamos desarrollando ningún programa al respecto porque no necesitamos ese tipo de arsenales». Fue la respuesta de Ahmadineyad a la decisión de Obama, en una entrevista difundida por la NBC.