
El Gobierno italiano se emponzoña
Fini se querella contra un periódico de Berlusconi por amenazarle con publicar un dossier sobre un presunto escándalo de prostitución Diputados de AN advierten del riesgo de un «cortocircuito interno»
CORRESPONSAL. ROMA Actualizado: GuardarEl primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, afronta por primera vez una grieta seria en su Gobierno desde hace año y medio. Y es una herida sucia, infectada de muy mal ambiente. En los últimos meses han crecido sus diferencias con Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados y líder de la otra mitad del PDL, el gran bloque de centro-derecha nacido en marzo de la fusión del partido de Berlusconi y Alianza Nacional (AN), de Fini. Pero hace unas semanas se pasó a la guerra fría y ahora, al juego sucio.
El diario del hermano de Berlusconi, Il Giornale, publicó anteayer un nuevo artículo contra Fini titulado La estrategia del suicidio lento. Última llamada: o cambia de ruta o deja el PDL, en referencia a sus divergencias. El mensaje era clarísimo, pero contenía otro muy turbio: advertía a Fini de que, de seguir así, pueden salir a la luz papeles sobre un presunto escándalo de prostitución. Tras defender a los magistrados de los ataques de Berlusconi, el diario le avisaba del riesgo: «Porque hoy le toca al primer ministro y pasado mañana podría tocarle al presidente de la Cámara de Diputados. Es suficiente repescar un fascículo de 2000 sobre los asuntos de luces rojas de algunos personajes de AN para montar un escándalo. Mejor no dormir el perro que duerme». Se trataría de prostitutas que habrían entrado en el Parlamento, una historia que circula hace años sin que nunca haya llegado a confirmarse.
Es muy reciente un ataque idéntico del diario al director del Avvenire, el periódico de los obispos, que al final dimitió, y la respuesta de Fini ha sido presentar una querella. En lo político, dentro del PDL se ha roto filas momentáneamente y ha renacido la antigua AN, movilizada para recordar sus escaños, vitales en la mayoría de Berlusconi. También para despejar la idea, difundida últimamente, de la soledad de Fini incluso entre los suyos. El diario de AN, aún activo, habló de «mensaje mafioso» contra Fini. Por la tarde, 50 parlamentarios ex AN enviaron una carta a Berlusconi avisando de que se puede producir «un cortocircuito interno».
El texto es relevante -al margen de que se dirige a Berlusconi con un religioso «Tú»- porque certifica que el PDL, a seis meses de su fundación, es lo que se temía: un contenedor hueco al servicio del Cavaliere, sin debate interno y en el que Fini queda eclipsado. De ahí sus intentos de desmarcarse continuamente. La carta reprocha que la línea política se diseñe a golpe de cenas del magnate con la Liga Norte y que se debe «estructurar el PDL como un auténtico partido, haciendo funcionar los órganos previstos».
Lo ocurrido es también un síntoma de cómo están las cosas en Italia desde que empezaron los escándalos de Berlusconi: se defiende con todo, incluso contra sus aliados. Una de las ventajas de su colosal conflicto de intereses es que no tiene que perder el tiempo jugando al golf con directores de medios para influirles o que le hagan favores. Le basta descolgar el teléfono y llamar a los suyos.
Difícil convivencia
Por otro lado, esta explosión interna es el primer reflejo en la legislatura de la eterna tensión de los gobiernos de Berlusconi, por la difícil convivencia entre la Liga Norte de Umberto Bossi y la AN de Fini.
La Liga mantiene una línea xenófoba, separatista -este fin de semana, en su fiesta anual, volvió a reclamar la independencia de Padania, y lo gritó el propio ministro de Interior, Roberto Maroni-, antieuropeísta y atrabiliaria. En cambio, AN viene del posfascismo, defiende la unidad nacional, tiene sentido de Estado, una vertiente social y se desvive por hacer ver que son una derecha moderada. Ese bagaje se ha diluido en en el PDL y ha sido precisamente en la inmigración donde Fini ha chocado con la Liga. En este escenario, Berlusconi siempre se va con Bossi, quizá por ser el menos de fiar.