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ESPAÑA

El 'tío Pedro' no deja herederos

El ex vicepresidente económico sale de la política tras cuarenta y un años de servicio público en los que lo ha sido todo en el área económica

M. J. ALEGRE
COLPISA. MADRIDActualizado:

Tras cuarenta y un años y cuatro meses de servicio público, Pedro Solbes, en cuatro ocasiones ministro socialista y en dos vicepresidente del Gobierno, recogió ayer los pocos papeles que almacenaba en su despacho del Congreso y abandonó la Cámara. No tendrá que votar la financiación autonómica, que ha ido mucho más allá de las cifras que él postuló, ni las descuadradas cuentas del Estado para 2010, ni los cambios fiscales que llevarán anejos. Y se da la paradoja de que contemplará, desde la lejanía de su nuevo puesto semi-privado de asesor contable, otra vez en la familiar órbita de la Comisión Europea, cómo el Gobierno de Zapatero da marcha atrás en las medidas que se aplicaron contra su voluntad y deterioraron su relación con el presidente. Ahora se suprime el descuento fiscal de 400 euros y se intenta contener un desbordado déficit público con una política más ortodoxa, movimientos que hubiera suscrito el ex ministro.

Zapatero toma las riendas y Solbes, apodado cariñosamente el tío Pedro, apenas deja herederos. Su equipo de estrechos colaboradores le ha tomado la delantera en la salida. Jordi Sevilla, que fue su jefe de gabinete y ascendió después a ministro, acaba de abandonar el escaño en el grupo socialista. David Vegara, ex número dos en Economía, apenas convivió dos meses con Elena Salgado antes de dar el relevo a José Manuel Campa. Para no dar la imagen de una desbandada, la vicepresidenta económica mantuvo algún tiempo más en su puesto al presidente del Instituto de Crédito Oficial, Aurelio Martínez, muy próximo a Solbes, a quien ha reemplazado hace escasas fechas por José María Ayala, una persona de su confianza.

Permanecen unos pocos. La subsecretaria Juana Lázaro y el director del gabinete Luis Díaz garantizan la continuidad administrativa, y todos los ojos están puestos en la permanencia de Carlos Ocaña, el secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, que colaboró con Solbes en toda la etapa Zapatero y al que le toca ahora gestionar la durísima época que afrontan las cuentas públicas. La vicepresidenta está poniendo máximo empeño en que no salte también esa pieza. Se mantiene igualmente en el puesto Enrique Martínez Robles, presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, a quien el ex ministro encomendó en un anterior mandato la financiación autonómica y dedicado en los últimos tiempos al saneamiento de empresas públicas como RTVE.

Pedro Solbes lo ha sido casi todo en el área económica con los gobiernos socialistas. Preparó la adhesión de España a la Comunidad Europea, fue ministro de Agricultura y de Hacienda en los gabinetes de Felipe González, puso los mimbres para el examen de Maastricht previo a la entrada en el euro y desempeñó el puesto de comisario europeo de Asuntos Económicos. Zapatero le encomendó una vicepresidencia en su primer mandato y repitió cargo porque su socarronería y conocimiento de los datos macroeconómicos le permitieron ganar por goleada en un debate electoral televisado a Manuel Pizarro, adalid de la independencia en la batalla de opas que se desató sobre Endesa.

La crisis financiera internacional le sorprendió en agosto de 2007, y no pudo anticipar su dureza. Cuando sus efectos se trasladaron a la economía real, Solbes lo reconoció con retraso, y sólo pudo oponerse débilmente a las dispersas iniciativas del Jefe del Ejecutivo. El guardián de la estabilidad, a quien el ex ministro Carlos Solchaga definió como «el político que, además, sabe cosas» pasó en cuestión de meses de ser aplaudido en la sede de UGT a denostado por su «parálisis» y «escaso entusiasmo». Un comentario jocoso sobre la envidia que, a sus 67 años, le producía la situación de los ex ministros se convirtió pronto en realidad. Zapatero le tomó la palabra.