
Irán vuelve forzado a la 'mesa nuclear'
La comunidad internacional lo considera un éxito, pero Teherán sólo ofrece un «diálogo constructivo» que no coarte su aspiración atómica
Actualizado: GuardarEl 1 de octubre los representantes de Irán y los del Grupo 5+1, formado por Reino Unido, China, Rusia, Francia, EE UU y Alemania, volverán a sentarse en una misma mesa. Lo que no está claro es lo que unos y otros piensan discutir ya que mientras desde Occidente exigen que Teherán detenga el enriquecimiento de uranio, el país persa asegura que no está dispuesto a negociar sobre su «derecho a la energía nuclear con fines pacíficos». El juego de palabras previo marca una vez más este encuentro tan importante para la comunidad internacional como intrascendente para los iraníes de a pie, más preocupados por la situación de inestabilidad política en el país tras la reelección de Mahmud Ahmadineyad.
El macrojuicio contra la oposición vivió ayer una nueva sesión, esta vez sin cámaras en la sala, pero Occidente parece dispuesto a pasar página para centrarse en el contencioso nuclear que mantiene con la República Islámica desde 2005. En el verano de ese año llegó Ahmadineyad de forma sorpresiva a la presidencia y cuatro años después, tras unas controvertidas elecciones, será el responsable de mantener el puño nuclear iraní en alto. El alto representante de la Unión Europea para Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana, y el negociador persa, Saed Yalilí, cerraron el encuentro tras una conversación telefónica y el Gobierno turco se apresuró a ofrecer su país como escenario, aunque de momento no se ha confirmado la sede definitiva.
Barack Obama parece dispuesto a seguir con la política de mano tendida al régimen de los ayatolás y sus allegados han calificado la cumbre de «un primer paso importante». En la agenda, el último paquete de propuestas que el responsable de Exteriores iraní, Manucher Mottaki, entregó a los representantes diplomáticos del 5+1 en Teherán. Unas medidas globales en las que el Gobierno persa aborda cuestiones como la crisis económica, la seguridad en el mundo y la no proliferación del arsenal nuclear. Sobre su particular carrera atómica, la diplomacia iraní se muestra dispuesta a un «diálogo constructivo» que sirva para «paliar preocupaciones». Nada hace pensar que pueda ofrecer las «respuestas específicas» que exige el jefe de la diplomacia sueca y presidente de turno del Consejo de Exteriores de la UE, Carl Bildt, «para aclarar las sospechas» sobre los posibles fines nucleares del programa nuclear de la República Islámica.
Última etapa
El pasado abril Irán cumplió la última etapa del ciclo nuclear y con motivo de la celebración del Día de la Energía Atómica, Ahmadineyad se dirigió a la nación en un discurso televisado en el que anunció también que el régimen dispone de «nuevas centrifugadoras más sofisticadas» en la planta de Natanz. Se trata de la instalación más controvertida para las potencias occidentales ya que la tecnología usada para la fabricación de fuel destinada a los reactores nucleares puede utilizarse para enriquecer uranio a niveles superiores que permitan la obtención de armamento atómico. El último informe de la AIEA asegura que Irán ha rebajado de 5.000 a 4.500 el número de centrifugadoras activas. «La primera reducción en años», según el organismo que declinó hacer una interpretación del hecho.
«Estamos dispuestos a hablar de cooperación internacional y de las vías para resolver los actuales problemas económicos y de seguridad en el mundo porque creemos que esos temas no se pueden solucionar sin una participación colectiva. Pero nunca negociaremos nuestros derechos inalienables a acceder a la tecnología nuclear pacífica», anunció el domingo Ahmadineyad como antesala a las próximas conversaciones. Una línea firme a seguir por sus enviados a esta reunión que será la primera gran cita internacional del nuevo Irán del líder fundamentalista. Una República Islámica que sigue sufriendo las sanciones internacionales a causa de un programa atómico que despierta gran desconfianza.
La comunidad internacional ha dado tiempo a Irán. No es que haya cesado la represión en el país persa. Tampoco se ha producido alivio alguno de la ideología rupestre de los ayatolás. Las mujeres siguen siendo basura escondida bajo esas alfombras andantes llamadas burkas, y los hombres seres descerebrados a la orden de estrictos gobernantes con faldas negras como malvados brujos de dibujos animados. Sólo se le ha concedido tiempo para retirar de la calle a la disidencia y estar en condiciones de representar a lo más granado del infierno teocrático. EE UU piensa de Ahmadineyad que no está bien que el hombre esté solo. Y tras el amago de revolución verde, sofocada de un manotazo, como el zumbido de un moscardón, ahora no queda otro camino que hacer amigos.
Los que confiaban en el sistema o han salido corriendo del país o están a buen recaudo en las cárceles. Y aunque el resto del personal se ha puesto a la orden, nadie deja de preguntarse qué hay de lo suyo. En ese sentido, personajes como Chávez serían amigos insuficientes. Pero yo estoy de acuerdo con Obama y Lennon, hay que dar una oportunidad a la paz. Los iraníes están listos para hablar y la comunidad internacional acepta. Como si Charlton Heston volviera para hacer las paces. Olvidan lo que dijo Browning de que el demonio es más diabólico cuando es respetable.
El momento llega cuando Al-Baradei, director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, tan árabe y tan paciente, deja el cargo en manos de un japonés, un tal Amano, que habla del riesgo a una mayor proliferación nuclear, tendencia que no cree vaya a corregirse de momento. De ahí la mano tendida de los grandes. Reino Unido, China, Francia, Rusia y EE UU, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, más Alemania, se sentarán el 1 de octubre a hablar.
Ni por tres ni por dos. Retomarán la subasta de la paz mundial a cambio de bocadillos. Una fórmula hasta ahora incierta a tenor de los magros resultados logrados en Corea del Norte con su presidente Kim Jong-Il, ese buda con gafas de 'Rompetechos' y tupé de Elvis. Obama les ha dado de plazo hasta el último día de septiembre, con prisas ante la Asamblea General de la ONU prevista para este mes. O se aplicarán a Teherán nuevas sanciones, Chávez volverá y Ahmadineyad abrirá el grifo del terrorismo islámico en Afganistán para animarnos, como Bin Laden, a que nos portemos bien.