«Antes nadie se paraba a auxiliar a las víctimas de los siniestros»
El guardia civil Sánchez, ya jubilado, fue de los primeros en patrullar Cádiz
CÁDIZ Actualizado: GuardarMás que por la vocación, la trayectoria vital de Eusebio Sánchez Triguero ha estado marcada por la dedicación absoluta. Con la primera se puede uno escapar de los sinsabores, la segunda supone un rango superior, la asunción de los momentos tristes y la aceptación, casi sin tiempo para disfrutarlas, de las alegrías.
Tuvo varias Eusebio en sus 30 años montado en la moto, haciendo guardias y kilómetros. Kilómetros y kilómetros. Reconociendo los cambios sociales que se iban produciendo en esas tres décadas a golpe de viento, el que sacudía cada día su cara, a lomos de la Sangla 3 1/2. Mujer e hijos en casa, mientras este guardia civil jubilado, de 75 años, salvaba vidas, vigilaba para prevenir el peligro y sancionaba a los infractores.
Hace ya 10 años que se retiró y casi 20 que se bajó de la moto, pero aún recuerda el primer día que se enfundó el uniforme en Cádiz. «Fue un día muy tranquilo y normal, no ocurrió nada reseñable», cuenta este onubense de nacimiento, e infancia, porque a partir de entonces, casi con la edad con la que hoy se sacan los chicos el carné de ciclomotor, la vida de Sánchez Triguero ha estado ligada a la provincia gaditana.
Corría el 1947 cuando al Capitán Sánchez, padre de Eusebio, lo nombraban Teniente Ayudante de la Comadandancia de la Guardia Civil de Cádiz (a veces las vocaciones vienen dadas, pocos creen ya en la llamada). El joven Eusebio estudió en Sevilla para pasar después a la Academia de El Escorial. Su primer destino fue Badajoz.
Peligros
Pero en cuanto pudo solicitar, pidió Cádiz, formando parte del primer grupo del subsector de Tráfico de la Guardia Civil que pisaba a dos ruedas el asfalto de la provincia. «El primer mes nos dedicamos a la información pública, a coincienciar a los ciudadanos sobre las reglas de conducción», recuerda. Semanas más tarde, el 6 de mayo del 1961, Sánchez Triguero junto a un tal «Venancio Bartolomé, creo recordar», tuvo su primer susto en carretera. Una clavícula fracturada fue el resultado de la caída, en una jornada en la que precisamente se celebraba el Día Nacional sin Accidentes.
Es la primera de miles de anécdotas que ha protagonizado. Algunas le hacen llorar, aunque hayan pasado 40 años. Aquellos Carnavales de 1964 están grabados a fuego en su corazón. Presenció la muerte por arrollamiento de un tren de un militar norteamericano y dos niños. «Salté de la moto para auxiliarlos. Tuve que sacar una pistola porque antes ningún conductor se paraba para auxiliar», cuenta entre lágrimas.
Las mismas que inundan sus ojos cuando se retrotrae al día de su despedida: «Lloré cuando me bajé de la moto, entregué el casco a un compañero. Han sido muchos años de servicio». El testigo, más que ese compañero que lo acompañaba ayer en el acto de celebración del 50 aniversario de la Agrupación de Tráfico, lo ha recogido su hijo, que trabaja como guardia civil en Conil. Si sigue los pasos del padre, le quedan muchos, muchos años con el uniforme.