Una mujer revisa los daños en su coche durante el temporal del año pasado. / FRANCIS JIMÉNEZ
CÁDIZ

Los barrios miran al cielo

El inicio de la temporada de lluvias ponen en alerta a los afectados por el temporal del año pasado

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Oyen llover y miran al cielo con miedo. Los vecinos de las barriadas afectadas el año pasado por las inundaciones temen una nueva riada. La Agencia Estatal de Meteorología ponía ayer a la provincia en alerta amarilla por riesgo de chubascos y tormentas y el día amanecía nublado, lo que genera cierta inquietud.

A pesar de que el Ayuntamiento ya ha intervenido en alguna de las calles más castigadas, las medidas resultan insuficiente. Aún no se han limpiado las alcantarillas y tampoco están preparadas todas las redes de abastecimiento de la ciudad.

Las principales reformas se han acometido en La Viña y en la Barriada de La Paz, donde las obras no terminarán hasta el primer trimestre del año que viene. La presidenta de esta asociación vecinal Bahía Gaditana, Manuela Molina, teme que de volver a sufrir un temporal parecido, la situación sería peor ya que «las principales calles están levantadas y no se han podido limpiar los pozos y los husillos (el alcantarillado)». Los trabajos están por concluir en la calle Guadalete, pero en Barbate y en la avenida de La Bahía no será posible reurbanizar hasta pasadas las Navidades.

Estos trabajos vendrán a aliviar la red de abastecimiento con al separación de las conducciones de las aguas pluviales y las fecales. La portavoz vecinal asegura que contar con dos vías diferenciadas permite ganar en capacidad. «Si el año pasado hubiéramos contado con la reforma, los daños serían mucho menores». Pero además de las zanjas abiertas por las obras, a Molina le preocupa la situación de los patios interiores, que son ocupados ahora por vehículos tras la pérdida de los aparcamientos del paseo marítimo, lo que puede afectar a las tuberías inferiores.

En la Viña, sin embargo, se han hecho mejoras durante este año en los Callejones y en el Corralón, con renovación de tuberías y reurbanización integral en ambos enclaves. De la finalización de estros trabajos hace ya más de un mes y están por concluir las mejoras en la calle de La Palma. Pero queda una zona pendiente entre San Juan y Arbolí donde se concentra gran cantidad de agua en cada temporada de lluvias, un problema del que los vecinos aún no conocen su origen. Nina Cárdenas, presidenta de la asociación vecinal pide que se actúe con urgencia en la zona dado que el año pasado fue la más castigada por la tromba de agua. «Después del desastre se hizo una buena limpieza, pero este año aún no hemos vistos los camiones de Aguas de Cádiz en el barrio», recalca.

Tampoco han pasado con este fin por La Laguna, donde no quedó garaje vivo. Los sucesivos retrasos de la estación de bombeo de La Martona han dejado los sistemas de saneamiento totalmente desfasados. Las nuevas instalaciones evitarán que las calles se aneguen con cualquier chubasco, pero «ni tres estaciones más podrían con lo que cayó el año pasado». Ése es el triste augurio del presidente de la Asociación Manuel de Falla, Rafael Barberi. Según cuenta, ya han solicitado a la empresa municipal de aguas la limpieza de todas las alcantarillas, pero aún no han tenido respuesta.

Las calles que escurren

El responsable vecinal insiste en que «mientras las lluvias sean normales, la red absorbe bien», pero en cuanto aumenta el volumen ya comienzan los problemas. Las calles más afectadas fueron las del entorno del Estadio, así como Soroya, Miramar y Murillo. Todo el barrio se encuentra bajo el nivel del mar, lo que influye también en la evacuación.

En el caso de Puntales, las miras están puestas en la zona de San Lorenzo y su plaza especialmente. José Manuel Hesle, portavoz vecinal, advierte de que «es fundamental que el sistema de abastecimiento esté totalmente limpio para estar preparados». Desde la asociación han solicitado una modernización de la red de pluviales más antigua, la actual tiene más de 50 años, pero no hay aún ningún proyecto en marcha.

La zona del nuevo Club Alcázar sí cuenta con tuberías a estrenar dado que es una zona de expansión urbana, pero al conectar con lo antiguo, resulta insuficiente. El problema del año pasado fue la coincidencia de las lluvias con la marea alta, lo que facilitó la inundación. Tampoco se han iniciado las tareas de limpieza de alcantarillas en este barrio.