Berlusconi sólo ve conspiraciones
Sumido en el desprestigio internacional, el primer ministro italiano se enfrenta a la prensa, a la Iglesia, a los tribunales y a Fini, su principal aliado
CORRESPONSAL. ROMAActualizado:A la vuelta del verano la política italiana se encuentra en un momento extraño y pantanoso. Tras el gran impacto de los escándalos sobre las fiestas de Berlusconi y que no ocurriera realmente nada, salvo el aumento de su desprestigio internacional, es como si sus efectos evolucionaran en una hemorragia interna. Bullen las conspiraciones y el ambiente es de transición hacia no se sabe dónde, con la vaga idea de que se prepara el post-Berlusconi. Quedan tres años para las elecciones, pero el magnate cumple 73 años este mes, se temen nuevos escándalos y si el Constitucional anula en octubre su inmunidad volverán a acosarle juicios pendientes.
Lo difícil en Italia es saber lo que está ocurriendo tras el decorado, porque la realidad es sumamente ficticia -la que muestra la televisión- o, como ahora, puramente abstracta, pues todo son elucubraciones sobre lo que se cuece a la sombra. La tragicomedia en cartel arranca con los líos de faldas del primer ministro, en mayo, por un desahogo de su mujer, Veronica Lario. Pasado el temporal, Berlusconi ha pasado al contraataque. Se ha querellado contra La Repubblica y L'Unità, principales diarios de oposición. Un primer ministro denunciando periódicos es una cosa rara de ver, pero será muy divertido si se llega a juicio, pues entre otras cosas se pretende demostrar que no es impotente, como se ha insinuado.
Por otro lado, Il Giornale, el diario de la familia Berlusconi, fichó como director a Vittorio Feltri, el periodista de la derecha con menos escrúpulos. El 28 de agosto desató un ataque fulminante contra Dino Boffo, el director del Avvenire, influyente diario de la conferencia episcopal y voz crítica contra el Ejecutivo en cuestiones como emigración y, en estos meses, sobre el comportamiento privado de Berlusconi. Fue muy venenoso, titulaba El supermoralista condenado por molestias y afirmaba que Boffo había pactado una pena de 516 euros en 2004 por intimidación a una mujer. Añadía una supuesta nota judicial, que resultó ser falsa, en la que se describía a Boffo como un homosexual que amenazaba a la esposa de su amante. Boffo desmontó parte la historia pero al final dimitió. Con este episodio la Iglesia se vio atacada de lleno, con lo que eso significa en Italia: Prodi cayó, en gran parte, por sus resortes.
Tensión con la Santa Sede
Un movimiento de este tipo rompe las reglas de juego y proliferan reconstrucciones fascinantes de lo que ocurre, pues nadie quiere parecer tonto o desinformado. Frente a análisis plausibles abundan fabulaciones para pasar el rato. Para la Iglesia ha sido aún peor, porque el incidente se ha interpretado, en realidad, como resultado de las guerras internas de la jerarquía eclesiástica, y eso dañó todavía más su imagen. De hecho, el director del Osservatore Romano, el diario vaticano, se ha jactado de no haber publicado una línea de los escándalos de Berlusconi. Afloran las tensiones entre la Santa Sede y las corrientes críticas con el primer ministro de la Iglesia italiana.
En cambio, en la derecha se sospecha que el dosier de Boffo ha sido un regalo envenenado a Il Giornale de la izquierda o de sectores interesados en hundir a Berlusconi, enfrentándole con la Iglesia. Es aquí donde se habla siempre de los poteri forti (poderes fuertes), expresión indefinida para indicar que, en realidad, quien verdaderamente maneja los hilos desde hace décadas es un oscuro grupo de las altas esferas. El ministro de Interior tuvo que desmentir la implicación de los servicios secretos en el caso Boffo. Hay miedo a dosieres, fotos y vídeos que circulan por ahí.
Uno de los proyectos ocultos sería un gran centro alternativo a Berlusconi, un batiburrillo de centro-derecha-izquierda con el aval de la Iglesia. Hay un dato claro: la guerra interna entre Gianfranco Fini y el primer ministro. Fini lleva años desmarcándose de los extremismos del magnate y del tercer aliado, la Liga Norte de Umberto Bossi, para hacerse ver como el único líder presentable de una posible derecha moderna. Como solo no va a ninguna parte se intuye que se prepara a suceder a Berlusconi si pasa algo más grave, capaz de hacerle caer.
Doble juego
Por eso Il Giornale también ha atacado a Fini. Como en el caso de Boffo, Berlusconi hace un doble juego y dijo que no estaba de acuerdo con lo publicado. Pero entre esas operaciones subterráneas, reales o imaginarias, el primer ministro teme las investigaciones reabiertas sobre los asesinatos de los jueces Falcone y Borsellino en 1992, cuando llegaban al corazón de las relaciones entre Cosa Nostra y política. Nuevos arrepentidos están aportando datos inéditos y uno puede ser interrogado en el proceso contra Marcello Dell'Utri, histórica mano derecha de Berlusconi, condenado en primer grado a nueve años por asociación mafiosa. El tribunal decidirá el jueves si lo acepta.
Il Cavaliere cargó el lunes contra los fiscales: «¡Es una locura, conspiran contra nosotros, que trabajamos por el bien del país!». Bossi, de paso, ha añadido que el escándalo de las fiestas de Berlusconi también es cosa de la Mafia.
En Italia es normal que sean actualidad y condicionen el presente cosas de hace 20 o 30 años. Del mismo modo es probable que lo que está sucediendo sólo se alcance a comprender dentro de otro tanto. A los italianos, de hecho, todo este lío les importa un pito. Entretanto, nadie resuelve sus problemas.
Dolido por los ataques
La cumbre italo-española del jueves en Cerdeña sigue coleando. Ahora ha sido el ministro de Exteriores de Berlusconi, Franco Frattini, quien ha salido en defensa de su jefe ante las críticas recibas por sus comentarios sobre las mujeres. Frattini aseguró ayer que Il Cavaliere está dolido porque «ha sido atacado en los afectos más profunfos» durante la rueda de prensa en la isla La Maddalena tras la cita bilateral con España. El magnate dedicó buena parte de su intervención a defenderse de las preguntas de un periodista español sobre chicas y prostitutas que frecuentaban sus fiestas. El mandatario italiano aprovechó para elogiar la belleza de las mujeres y se definió como «un gran amante de la otra mitad del cielo». El titular de Exteriores afirmó que «no podemos olvidar el dolor personal del primer ministro y el daño que se hace a Italia. Muy a menudo olvidamos que el que hace política es, ante todo, una persona».
En cuanto a Rodríguez Zapatero, presente en la comparencia, destacó «la cortesia y la cordialidad» del jefe del Gobierno español, pues «parecía muy molesto, pero no con Berlusconi, sino con el periodista que atacó a nuestro dirigente y criticó duramente al presidente socialista porque osó ir a casa de su colega». «¡Parecía que se habían ido de vacaciones!», subrayó Frattini al referirse a la visita de Zapatero a la residencia de Berlusconi en Cerdeña, Villa Certosa, tras el cierre de la cumbre.
A la pregunta de si la campaña contra Il Cavaliere continuará, Fratini dijo: «Estamos ante un caso de escuela. Se escribe todo lo que no ha pasado para remover el barro, pero el hecho es que ese barro ya no se lo cree nadie».