![](/cadiz/prensa/noticias/200909/14/fotos/918710.jpg)
Una vida entre 700 ovejas
El arcense Juan Vega lleva desde que nació, hace 40 años, cuidando a sus cientos de animales. Los conoce uno a uno y pasa noches y tormentas con ellos
ARCOS Actualizado: GuardarJuan Vega poco tiene que ver con esos amantes que protagonizaban las églogas de Garcilaso de la Vega y los sonetos del Renacimiento. Sólo la profesión y, en cualquier caso, un cuidado más atento de su rebaño. Pastor nacido en Arcos, desde su nacimiento se ha criado entre ovejas. Son su pasión aunque no les rime versos. Nació hace 40 años en la zona de la Fuente del Río. «Cuando apenas levantaba dos palmos del suelo, era más bajo que las ovejas, ya ayudaba a mi padre a cuidarlas», recuerda. A partir de entonces su vida ha sido ésa y ahora admite que no se imagina una en la que sus ovejas no estén a su alrededor.
De hecho, conoce a cada una de las 710 que componen su rebaño. Y de qué manera: «Para hacernos la foto tendremos que acercanos a aquellas ovejas que son más sociales; esta, esta y aquella son más ariscas», explica mientras elige a las modelos del reportaje.
Para él, la incursión de las nuevas tecnologías en el mercado laboral suenan a ciencia ficción. Su trabajo es el mismo de siglos atrás. Caminar entre sus animales y vigilarlos estrechamente. Acompañado de sus perros y de las inclemencias del tiempo.
A todas horas
La mayoría de los pastores actuales se dedican a la transhumancia, al carecer de una finca propia donde tener a los animales y ante la necesidad de buscar nuevos pastos. En concreto, el pastoreo está organizado por comarcas, de modo que van de pueblo en pueblo por la de Jerez-Arcos y alrededores. Esto supone pasarse todo el año andando por los campos.
La dureza de esta profesión se encuentra precisamente en la dedicación que requiere. El pastoreo se lleva a cabo tanto por el día como por la noche y con la llegada del verano y la época del calor la cosa se complica. «Los animales se pasan toda la mañana y parte del día durmiendo», apunta Vega, por lo que desde la siete de la tarde hasta las doce de la mañana, durante toda la noche y la madrugada se ven obligados a ir caminando con las ovejas.
Además, si la noche o el día se complican, con la presencia de las lluvias, por ejemplo, los pastores se ven obligados a «aguantar lo que caiga encima», comenta Juan, ya que no pueden abandonar al ganado o dejarlo solo en el campo, mientra ellos buscan refugio.
Sin horarios ni ingresos
Otra muestra de la dedicación que requiere esta profesión es la situación que el pastor arcense vivió hace unos meses. A la comunión de su hija pequeña, que se celebró en mayo, llegó cinco minutos antes de la ceremonia, pero luego tuvo que irse antes del convite porque le surgió un problema con los animales. Aquí, la conciliación de la vida laboral no es una situación a la que se aspira, sino que directamente es una utopía.
Después está el dinero. Los ingresos de los pastores llegan fundamentalmente de la venta de los corderos. A pesar de ello, se encuentran con el mismo problema que todos los ganaderos y agricultores: reciben una parte mínima de lo que se paga por sus productos en el mercado. Hace unos años percibían unos 33 o 34 euros por los corderos y actualmetne reciben unos 30 euros por pieza de entre 11 y 16 kilogramos.
Una vez que los corderos son vendidos por los pastores, éstos van a parar a los cebaderos, donde les ponen las vacunas correspondientes y los terminan de engordar, antes de pasar a matadero. En condiciones normales, en el campo, los corderos suelen engordar un par de kilogramos por semana, mientras que en los cebaderos pueden ganar dos o tres kilogramos por día.
La mayoría de las ovejas que tienen los pastores no son lecheras, sólo tienen la justa para amamantar a sus crías, por lo que no es una fuente de ingreso más. Y a esto hay que añadir que la lana ha dejado de ser otra fuente de réditos importante.
Nada de ayudas
Actualmente, hay empresas que ofrecen a los ganaderos quitarles de encima la lana de oveja, pero sin pagarles nada a cambio. Juan Vega recuerda que, no hace mucho, le pagaban unos 9 céntimos de euro por cada kilogramo de lana y ahora quieren llevársela gratis, cuando los que la venden la siguen cobrando igual o más cara que antes». Este problema se agrava si se tiene en cuenta que cada año hay que esquilar a las ovejas, que cuesta 1,70 euros por cada una de ellas, más o menos, y que además está prohibido deshacerse de la lana tirándola, por lo que se ven obligados a buscarle una salida.
Otra fuente de dinero que están viendo los ganaderos que se les agota es la de las ayudas. «Hace años que no las cojo y cuando las cogía tardaban mucho en pagármelas», recuerda Juan Vega. El resultado es que se pone en riesgo a este sector ganadero, puesto que a veces resulta más barato importar carnes que vengan de otros países donde se produce a un precio más bajo.