El jugador de la selección española dijo tras ganar a Eslovenia que habían estado «a un grandísimo nivel». / EFE
Deportes/Baloncesto

Agonía innecesaria

España certifica su continuidad en el Eurobasket con una prórroga ante Eslovenia que le pudo costar muy cara

ENVIADO ESPECIAL. VARSOVIA Actualizado: Guardar
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A la 'roja' le va el 'sado'. Tiene en este Eurobasket tendencias proclives a buscar el castigo. Se ha enrolado en una espiral de emociones fuertes de inciertas consecuencias. Su práctica aún no le ha dejado marcas visibles a un combinado que no acaba de unir bien sus ingredientes en la coctelera de Sergio Scariolo, pero ha estado cerquita, muy a punto de costar caro. Ayer se citaba con Eslovenia para un duelo al atardecer en la soleada Polonia y malgastó tantos disparos que casi se queda sin munición. Lo arregló tarde y mal. En una prórroga que delata la agonía innecesaria que se ha convertido en la estela de este equipo. Como si de un concurso televisivo se tratara, la 'eñe' sigue adelante, cruza la pasarela camino de Lodz, pero gracias a un comodín.

No es de recibo jugar con fuego sin tener alma de titiritero. Tras ofrecer los minutos más serios en Polonia y apuntar a una reconciliación con la lógica y la confianza, España se precipitó hacia la puerta de la atracción más salvaje de la feria.

Había llegado al final del tercer cuarto con rigor y, lo que es más importante, con trece puntos de renta que volteaban la tendencia a la devaluación de los campeones del mundo. Con todo lo padecido frente a Serbia y Gran Bretaña, darse un revolcón con los verdes eslovenos era como echar pelillos a la mar para pensar en positivo. «¡Y un jamón!», ibérico, eso sí. Este equipo no atiende a razones.

Sin monedas en la mesa

En las dos primeras jornadas, sinceramente, pareció que era por aspectos vinculados más al querer que al poder. Ayer, la explicación es más compleja. Se había refrescado la memoria reciente para intentar que Eslovenia en su conjunto sintiera el escalofrío del Eurobasket español, cuando se quedó sin monedas en la mesa pese a haber iniciado la mano final con el mayor de los montones entre los apostantes. Y resulta que va y les ocurre lo mismo a los de Scariolo. Del placentero 62-49 con el que se presentó al último largo de la carrera al suspense de la prórroga. ¿Cómo pudo suceder? Gran pregunta. Empíricamente porque recibió un parcial de 2-14 en los primeros cinco minutos del último cuarto, tras un desolador pistoletazo de salida en forma de tres pérdidas consecutivas. Además, lo más grave, porque se desinfló después de haber hecho bastantes cosas bien. Llama la atención que Scariolo lo tenga tan claro a la hora de dar las riendas a un Rubio con problemas de carburación, que hace jugar al equipo con el freno de mano echado en la gran mayoría de ataques.

Durante el encuentro, los momentos estelares de control y dominio tuvieron más que ver con la presencia en pista del dúo Cabezas-Llull, con el menorquín mostrando por enésima vez que le trata de tú al peligro. Pero, cuando el desenlace se emponzoñó, la batuta fue de nuevo a parar a manos del fichaje culé. Su pifia a punto estuvo de sentenciar a España. Situación tensa, pero de claro pronóstico colorado. 75-72 en el luminoso, 14'65 segundos por disputarse y posesión. El balón vuela sin paradero conocido para iniciar un episodio caótico en grado superlativo, saldado con una canasta de otro barcelonista, Lorbek, tan apretada de tiempo que el colegiado principal, el lituano Brazauskas, tuvo que apelar al instant replay televisivo para conceder los dos puntos que se canjearon por la prórroga.

No quedaba nada del equipo altivo y mandón, el que había sido presentado en el showtime con los acordes de la banda sonora de Supermán. Se había volatizado el buen trabajo de Felipe Reyes, de Rudy Fernández. Comenzaba a cuestionarse el motivo que había llevado a Scariolo a prescindir por completo de Raúl, Claver y Mumbrú. Asomaba de nuevo la oscuridad en la entrada de la caverna.

Los galones de Navarro

Menos mal que los galones de Navarro asomaron reivindicando el mando en plaza. Lo tuvo clarísimo. ¿Balones a mí?, barruntó bajo el asfixiante ambiente que provocaba la legión eslovena que poblaba las gradas del Torwar Hall. Si no anotaba recibía el palo que le llevaba a la línea de tiros libres. 11 de 12 para el capitán. 29 de 39 en la cosecha del equipo desde la línea de castigo. Una antideportiva de Jagodnik selló el visado de la tranquilidad en la prórroga. Un ejercicio innecesario de agonía. España cruza la pasarela, aunque el bueno de Mejide tendría motivos para articular un monólogo en su puntuación artística.