Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Ciudadanos

«Mamá, no quiero ir la cole»

Fran Redondo asiste hoy a su primer día de colegio en el Tierno Galván

R. VÁZQUEZ
CÁDIZActualizado:

Es la imagen más recurrente de todos los septiembres: el agobio por las compras, la casa que se llena de libros, el arreglo del uniforme, el último rotulador que hay que recoger en la papelería, las cuentas en rojo y el llanto del niño. Hoy, miles de escolares gaditanos vuelven a la rutina invernal, aunque su síndrome post vacacional durará, a lo sumo, hasta el tercer día de clases. Atrás quedarán dos meses largos de descanso y diversión y se reanudarán los madrugones y las tareas. También las relaciones con el compañero de pupitre, los juegos de recreo y, para los más mayores, el estudio y los exámenes.

Fran Redondo, cumplirá los seis años este domingo, cuando ya haya empezado el primer curso de Primaria. Como muchos de sus compañeros, tuvo un conato de berrinche cuando sus padres llevaron todo el material al aula de su colegio. «No quiero ir al cole, no», sollozaba mientras jugueteaba con su hermano Benjamín, de dos años, y que se libra (por última vez) del trance del estreno. Las rabietas del pequeño en las jornadas previas al inicio del curso. «El primer año estuvo llorando cuatro días y, de repente, al quinto, se calmó», comenta Raquel, su madre. Poco a poco recobrará la ilusión. Por ver a sus amigas, Andrea y Julia, por poder practicar algunas palabras en inglés, dibujar en el bloc nuevo y jugar al fútbol en el patio. Hoy pasará en clase sólo hasta la una de la tarde: hay que ir acostumbrándose poco a poco.

Los gastos

La familia Redondo González se ha ahorrado el coste de los libros, 108 euros, gracias a los cheques préstamo. De lo que no se han salvado es del gasto de papelería, 45 euros, y cuadernillos de refuerzo, otros 50 euros. «Cuesta 72 euros, pero si lo buscas por otras tiendas te puedes ahorrar un pico», dice Raquel.

Lo que más le cuesta a Fran, que presume ser de los más altos de su clase, es el levantarse temprano, mientras que Benjamín se queda en casa. «Él todavía es pequeño y no tiene que ir», grita. Ya le llegará también el tiempo de los llantos.