A un metro del asesino
Los padres de Marta del Castillo soportan con entereza su primer contacto en ocho meses con el joven que ha confesado haber matado a su hija
SEVILLA Actualizado: GuardarMiguel Carcaño, esposado y escoltado por cinco policías, pasa junto a Antonio del Castillo. Apenas les separa un metro. El asesino confeso de Marta del Castillo no mira a los ojos del padre de su ex novia. Antonio aguanta con entereza. No le increpa. No gesticula. Su abogado y su cuñado le abrazan en ese momento. Eva, la madre de Marta, no ha podido soportar la tensión y, antes de derrumbarse, ha preferido retirarse a un despacho cercano.
Miguel, más enjuto y demacrado que en comparecencias anteriores, ha recibido los insultos del centenar de personas que le aguardaba a la entrada de los juzgados. En el pasillo de la sala de vistas, camuflado entre una veintena de periodistas, Juan Pablo, un íntimo amigo de Marta, le espera para gritarle una sola palabra: «¡Cobarde!».
La última vez que Miguel Carcaño y Antonio del Castillo se habían visto las caras fue en la madrugada del 25 de enero. Antonio llevaba varias horas buscando a su pequeña, cuando alguien le dijo que la había visto con Miguel. Otros amigos, incluso el propio Samuel B. P. que se unió a la partida de búsqueda, llamaron por teléfono a Miguel, que no apareció hasta horas más tarde. Antonio siempre señala un detalle que le llamó la atención de aquella escena: llovía, hacía frío, pero Miguel llevaba una camiseta de manga corta. Miguel aseguró que había dejado a Marta a las nueve y media de la noche junto al portal de su casa. Fue la primera de sus mentiras.
Ayer, Antonio y Miguel no se hablaron. Ya en la sala de vistas del Juzgado número 4, de apenas cuarenta metros, Eva se unió a su marido. Los dos escucharon en silencio, pero desgarrados, lo que ya sabían. El fiscal contó al juez que Miguel violó y mató a su hija Marta.
La jornada estuvo marcada por la tensión y la emoción. Dos de los cuatro imputados, Francisco Javier -hermanastro de Miguel- y su novia María, que se encuentran en libertad provisional, llegaron a pie a los juzgados. Según Javier Casanueva, Francisco Javier fue el único de los imputados que le mantuvo la mirada. «Es un sinvergüenza que no muestra arrepentimiento», comentó.
Tras la comparecencia, donde Francisco Javier y su novia María conocieron que el fiscal los va a imputar de un delito de encubrimiento -se enfrentan a una pena máxima de tres años de cárcel cada uno-, intentaron salir por la puerta principal. María pasó casi inadvertida, pero Francisco Javier estuvo a punto de ser linchado por el gentío. La Policía tuvo que acudir en auxilio del imputado y escoltarlo hasta el interior del Palacio de Justicia. Antonio y Eva ya no volvieron a cruzarse con el asesino confeso de su hija quien, contra pronóstico, pidió al juez declarar por quinta vez. Los padres de Marta no hicieron declaraciones a la salida del juzgado, aunque por la tarde participaron en varios programas de televisión, tanto autonómica como nacionales, para expresar su agradecimiento por el apoyo recibido -recibieron una ovación a su llegada a los juzgados- y para comentar sus sensaciones. Demasiado morbo.
La familia de Marta guardaba una mínima esperanza de que, tras el trámite judicial de ayer, alguno de los imputados pudiera desvelar el lugar donde se encuentra el cadáver de Marta. Quieren enterrar a su hija. Es lo único que les queda. Eso, y que se haga justicia.