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El Mundial hace escala en Mérida
La selección de Del Bosque asume la obligación de confirmar ante la débil Estonia el salto de calidad experimentado contra Bélgica
COLPISA. MÉRIDA Actualizado: GuardarExpectación en el aeropuerto, alboroto en el hotel y locura colectiva en el estadio Romano José Fouto de Mérida. Extremadura está volcada con los campeones de Europa, con el equipo que sufrió una cura de humildad en la Copa Confederaciones y encandiló a la afición con su exhibición del sábado pasado ante Bélgica en Riazor.
Con la clasificación para el Mundial de Sudáfrica garantizada, salvo que los hombres de Del Bosque pinchen en los tres partidos que les restan en la clasificación y Bosnia-Herzegovina lo gane todo, el reto de confirmar el buen juego y la eficacia del sistema 4-3-3 prevalece sobre los resultados. «Existe una corriente de simpatía muy grande alrededor de la selección y, en la medida de lo posible, nuestro deseo es que la gente siga disfrutando», razonó Del Bosque.
La selección goza de un privilegio del que no presumen otros campeones en peligro, como Argentina, Francia o Italia. Un síntoma saludable que contrasta con repescas recientes que pusieron en entredicho la calidad del fútbol español. Entienden los internacionales que hay que darle mérito a las siete victorias consecutivas en la clasificación ya que, tal y como manifestó Del Bosque, sabido es el «equilibrio existente y que el menor descuido se paga caro».
La envidia de Messi
Los españoles confían en que los favoritos cumplan su papel y puedan estar el curso próximo en Sudáfrica. Asumen que no es lo mismo avanzar con Messi en el bando opuesto que sin él, que la repercusión personal y colectiva es mucho mayor si miden sus fuerzas ante los grandes clásicos que frente a los países emergentes. Xavi, Cesc, Marchena y Del Bosque mostraron ayer su firme deseo de enfrentarse a los mejores en Suráfrica. Ninguno se imagina un Mundial sin Messi, a quien sobre todo los catalanes apoyaron desde la metrópoli romana.
Del Bosque dejó claro que hará rotaciones, para mantener el equilibrio y el buen ambiente en el grupo, pero mantendrá el sistema que tanto brilló ante Bélgica. Un 4-3-3 que, según el técnico, tiene más que ver con el equilibrio defensivo que el ofensivo. Si juegas con dos extremos, los laterales no deben subir tanto y, en consecuencia, la zaga no se resiente.
Como resaltó Marchena, «España es un equipo, tal y como evidencia el hecho de que no hay un salto de calidad entre titulares y suplentes y que el bloque no se resiente con los cambios». Quien entra se gana el puesto y hace olvidar a los ausentes, aunque se apelliden Ramos e Iniesta. Albiol, Marchena, Senna y Cesc son algunos de los hombres llamados a disfrutar de más minutos ante los estonios.
Cesc es un caso especial. Brilla en el Arsenal, es pretendido por grandes como Real Madrid y Barcelona, pero en la selección no termina de explotar. Tiene por delante a Xavi. Palabras mayores. Pero asume su condición sin rechistar y cuando sale busca más el bien colectivo que el lucimiento personal. «Me gustaría poder participar más pero por mí cabeza no pasa salir diez ó 15 minutos y pensar más en mí que en el grupo. Si veo a un compañero bien colocado prefiero pasarle el balón que intentar marcar y decir aquí estoy yo», confesó el catalán.
Respeto por el rival
Situada en el número 114 del escalafón mundial, entre Cabo Verde y Tailandia, y en el puesto 44 de la UEFA, con sólo nueve selecciones por detrás del nivel de Luxemburgo, Armenia, Andorra o San Marino, Estonia está acostumbrada a la decepción. Mejora cada día pero jamás se ha clasificado para la fase final de un gran campeonato. No dispone de jugadores de relumbrón y es penúltima de su grupo con sólo una victoria y dos empates en siete partidos.
Los españoles insisten en que respetan al rival, que acaba de perder con la mínima con Brasil y le complicó el último partido a Turquía pese a perder 4-2.