Los cobradores de la Cruz
Actualizado: GuardarLa Asociación Benéfica y Católica de los Hermanos Obreros de la Cruz, cuyos principales responsables han sido detenidos esta semana en Medina Sidonia, no sólo se nutrían de la Junta, que también: 300.000 euros han recibido de las arcas públicas andaluzas desde 1998 a 2003 por mantener varias residencias de la Tercera Edad en una provincia en donde faltan recursos de esa índole. Y es que como ha denunciado la diputada del PP, Carmen Pedemonte apenas hay 1,5 camas por cada 100 mayores en los geriátricos de la provincia de Cádiz. Claro que, al parecer, los frailes también le mangaban el subsidio a algunos internos, según se les imputa ahora por parte de la Guardia Civil, que calcula un fraude que podría oscilar entre 150.000 y 200.000 euros.
Pero no sólo el gobierno autonómico les ha brindado ayuda, al igual que ocurre con otras entidades de ese mismo menester. Numerosos mecenas privados han nutrido de fondos a esta organización que surgió en dicha ciudad al rebufo de los Hermanos de la Cruz Blanca, reconocidos plenamente por las autoridades eclesiásticas. El Obispado ahora se hace el longuis con estos obreros de la cruz metidos a cobradores que sin contar con su reconocimiento oficial atendían en la residencia de El Santísimo a sacerdotes diocesanos como fue el caso del malogrado escritor e historiador Martín Bueno, e incluso a algún antiguo capellán castrense.
Sin conocerse aún a ciencia cierta el contenido del sumario y las imputaciones que pesan sobre José Herrera Pérez Blanco –el llamado Padre Pepe– y sus cómplices Guillermo A. M., Francisco C. G. –hermano Paco– y M. M. V. M., lo que parece cierto es que trincaron dinero público de la consejería de Igualdad Social con la que suscribieron convenios, para el mantenimiento de la mitad de sus plazas; pero también prestaron un servicio que ahora van a asumir los Mensajeros de la Paz del padre Ángel. Y por ahí podría encaminar sus argumentos la defensa. Claro que también se hicieron con las pensiones de al menos cuarenta asilados, pero no parece que sea la única entidad del ramo que se financia por esa misma vía. ¿Qué atención recibían los ancianos y cuál van a recibir? Eso quiere saber Ignacio García, de Izquierda Unida, quien se pregunta por la falta de inspecciones en este tipo de centros, entre los que también ha mencionado a Gecosol. En 1997, la Junta llegó a concederle una bandera verdiblanca por su labor humanitaria.
La asociación del padre Pepe extendía sus redes desde Conil a La Línea, o Torremolinos y al margen de otras industrias tan pintorescas como fábricas de dulces y piensos, una factoría de salazones o una granja de pollos. Lo que contrasta por cierto con los retrasos que sufrían los trabajadores a la hora de cobrar la nómina o las deudas con la seguridad social que acumulaban y que le imposibilitarían acceder a fondos públicos.
Experiencia en tribunales tienen. En el año 2002, los medios de comunicación airearon una demanda que nunca llegó a dirimirse en los juzgados contra el padre Pepe y al hermano Guillermo Amado Morejón por un supuesto de abusos sexuales y sodomización a partir de las denuncias planteadas por un ex trabajador de la residencia El Santísimo, Ángel Sánchez Rus –que fue acogido por los frailes desde que era un niño huérfano en Ceuta–, por su mujer Sabina Rodríguez, así como por Marco Antonio Rosendo, un joven natural de Venezuela, el mismo país en cuya Diócesis de Coro fuer ordenado diácono el padre Pepe: en 1990, solicitó la salida voluntaria de la Congregación de los Franciscanos de la Cruz Blanca, aunque siguieron vistiendo escapulario blanco como los dominicos. Ese escándalo sexual no impidió, por cierto, que al año siguiente volvieran a recibir una subvención y se prorrogase sucesivamente el convenio de colaboración con la Junta. ¿Qué ocurrió para que tan importantes imputaciones se diluyeran en el aire a pesar de las diligencias instruidas por el juzgado número dos de los de Chiclana? Lo más probable, que faltaran evidencias y el hecho de que Ángel Sánchez tan sólo denunció el caso dos días después de ser despedido como chófer del acusado. Lo curioso es que, en aquel momento, el director de la Subcomisión de la Familia de la Conferencia Episcopal, Inocente García, llegó a especular con la existencia de una campaña de desprestigio contra la Iglesia: Hay ciertos grupos que no le perdonan a la Iglesia el que no ceda a la presión de los homosexuales y toda la revolución que se está viviendo en el terreno sexual, llegó a declarar.
Por cierto, en este tiempo de paradojas, ¿alguien me puede aclarar si el Santísimo no fue la residencia del historiador anarquista Fernando de Puelles y el lugar donde instaló su biblioteca de temas socioradicales? De ser así, vivimos en un siglo contradictorio.
JENARO EL DE LOS MILLONES
Esta semana, Jenaro Jiménez, el empresario gaditano de los millones distraídos, llegó por fin con visado judicial a su destino del banquillo de los acusados. Al margen de sus acreedores privados, se supone que el Estado también debiera personarse en la causa pues no en balde costaron un Potosí las labores de búsqueda de su cuerpo en el Estrecho de Gibraltar, una vez que fingiera su desaparición en dichas aguas cuando supuestamente fue a practicar pesca submarina en abril del pasado año. Cuatro días de rastreo no sólo supone distraer a los efectivos públicos de otras misiones de socorro sino una pasta gansa que corre de cuenta del presupuesto público. Eso sí, lo único que pudo rescatar el grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) fue una aleta de la talla 44-46 y de la marca Challenger, que al parecer coincide con una que Jenaro Jiménez había comprado hace una semana en una superficie deportiva de El Puerto de Santa María y que se encargó de arrojar cerca de la playa de los Alemanes, en Zahara, el lugar de su supuesta muerte. Eso sí, su milagrosa y reciente reaparición en el aeropuerto de Barajas, procedente de Paraguay, quizá hubiera merecido que le postulasen para nuestro equipo olímpico de natación. Claro que no llegó a la otra orilla del Atlántico a nado, sino en un viaje que le llevó desde Gibraltar a Heathrow, de Sao Paulo hasta Asunción, donde se haría pasar por Álvaro Domecq y en donde contrajo matrimonio con un antigua miss, con la que tuvo una niña. Hasta allí, le siguió la pista la Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia de la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Comisaría Provincial, que tuvo que recurrir a la Interpol.