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«No quiero salir, me da vergüenza»

Más delgado y con el rostro serio. Así apareció Jenaro Jiménez ante los medios que lo esperaban, y que llegaron a intimidarlo a su llegada a los juzgados

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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«Salir, hay que salir», le espetó el agente de la Guardia Civil a Jenaro Jiménez, acurrucado en el fondo del furgón en el que lo trasladaban desde Puerto II.

La furgoneta ya estaba aparcado ante la puerta del juzgado de Guardia de Cádiz, y llegaba tarde a la hora prevista de la declaración. Sin embargo, el detenido se negaba a bajar del vehículo. O más bien se mostraba reticente, como si pudiera no hacerlo, con la extraña y absurda excusa de que le daba «vergüenza» salir.

Tanto pudor se debía al grupo de redactores, cámaras de televisión y fotógrafos que lo esperaban, como agua de mayo, a pie de furgón y del juzgado.

Algunos llevaban allí varios minutos. La mayoría, casi una hora. Pero todos contaban con captar por primera vez después de muchos meses el rostro de Jenaro Jiménez. El gaditano más buscado en el último año. Su cara ha sido publicada decenas de veces en los medios de comunicación, aunque siempre con imágenes de archivo. Fotografías del Jenaro anterior a su desaparición y su fuga a Paraguay. El de los buenos tiempos, cuando presumía de ser un empresario con diversos negocios en marcha, la mayoría en el boyante mercado inmobiliario.

En ellas, el empresario aparecía casi siempre con una cara oronda y alegre: luciendo una sonrisa tímida en una, o un gesto descuidado en otra, con una carcajada sorprendida o con un elegante esmoquin con motivo de alguna fiesta.

El rostro del Jenaro Jiménez que salió ayer del furgón, en cambio, había perdido aquel espíritu alegre. Apareció serio. Más aún, alicaído y temeroso. Con alguna mirada altanera, pero en general, avergonzado. Y sobre todo, mucho más delgado que en aquellas imágenes de archivo.

Con 20 kilos menos

Fuentes cercanas al detenido cuentan, de hecho, que Jiménez ha perdido en este tiempo más de veinte kilos, no sólo en su largo periplo de año y medio por Paraguay, sino sobre todo en las más de tres semanas que ha permanecido encarcelado: primero en la prisión de Soto del Real y después, en la del Puerto II, donde se encuentra en la actualidad.

Su aspecto, sin embargo, era el de siempre. Impecable y elegante. Vistiendo un polo de color burdeos, unos vaqueros y unos zapatos.

«Me da vergüenza», se excusó. Y sin embargo, a diferencia de lo que hacen muchos presos en esta misma situación, Jenaro no ocultó su rostro -el que todos esperaban captar- con la camisa, las manos o una sudadera. Sino que lo mostró ante las cámaras.

Resulta llamativo cómo, en cambio, utilizó la sudadera para ocultar en las imágenes las vergonzantes esposas que le aprisionaban las manos. Las que mostraban que acudía ese día preso.

A su salida, casi tres horas después de la fugaz jornada, se repitió la escena. Aunque en esta ocasión ya no se resistió a salir, de vuelta a Puerto II.