ANÁLISIS

Tropa a todo riesgo

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L os últimos ataques sufridos en Afganistán han permitido a nuestros soldados dar una muestra más de su noble y valiente comportamiento, ofreciendo otro ejemplo de tropa capaz de afrontar con soltura y resolución cualquier misión que se les imponga, sin cuestionarse su naturaleza, y demostrando que están capacitados para realizar desde las tareas carentes de riesgo alguno hasta las operaciones de alta intensidad. Han evidenciado su competencia para enfrentarse, de llegar el caso, a milicianos -insurgentes-, pero también, y no debe confundirse, a los criminales de todo orden que abundan en los Estados frágiles.

Bandidos, salteadores de caminos, traficantes de drogas, señores de la guerra para los que no tiene ninguna significación que nuestros soldados estén en misión de paz. Pero nuestras tropas están preparadas para reaccionar ante cualquier eventualidad, sabedoras de que no tener como misión entrar en combate no significa que, en ciertos momentos, tengan que combatir para defender sus vidas y las de aquellos a los que intentan proporcionar un futuro mejor.

Son soldados que no dejan de dar ejemplo al mundo de cómo debe ser una tropa moderna al tiempo que respetuosa con sus tradiciones, sin importar el riesgo ni los medios disponibles. Ni siquiera si el reconocimiento social no es todo el que su sacrificio merecería, tras largos meses de vivir en máxima tensión.

Se trata de un Ejército que en todos los escenarios se ha ganado el afecto de la población. No es por tanto culpa suya, aún cuando le pueda afectar, la simiente de la venganza sembrada en Afganistán; un sentimiento muy arraigado entre el pueblo que están alimentando las acciones llevadas a cabo en otras partes del país con medios no tripulados y que, en ocasiones, provocan excesivos daños colaterales en forma de víctimas civiles. Los militares españoles respetan al máximo las reglas de enfrentamiento, aún cuando comprometen su propia seguridad. Y están sólo interesados en el cumplimiento de su deber, en el compromiso que tienen contraído con todos los españoles, dando permanentes lecciones de generosidad, gallardía y grandeza. Y de valor y heroísmo cuando es preciso, demostrando que las misiones de paz no acaban con siglos de tradición militar.