España pierde su condición de invicta ante una Lituania infalible en el tiro exterior
La ausencia en el poste bajo de Pau Gasol fue crucial, pero Scariolo optó por la prudencia
VILNA (LITUANIA) Actualizado: GuardarEspaña perdió su condición de invicta en el último partido de preparación para el Campeonato de Europa de Polonia, ante una Lituania que tuvo en los triples y en una agresiva defensa, apoyada por la permisividad arbitral, sus principales armas.
Los lituanos salieron como lobos hambrientos, jaleados por once mil gargantas, buscando una victoria balsámica que relanzara su moral ante el inminente Europeo, que comienza el próximo lunes en Polonia.
Los ataques se impusieron a las defensas en el primer cuarto, gracias en parte a la ayuda arbitral, muy permisiva en el contacto de los locales en defensa.
Un triple en los primeros segundos del segundo cuarto elevó el marcador a 26-18, una diferencia considerable que obligaba a España, por primera vez en todos los partidos de preparación, a remar a contracorriente.
La igualdad (36-36) llegó a poco más de dos minutos para alcanzar el descanso gracias a no rehuir la batalla y demostrar a Lituania que España también sabe jugar con una fuerte defensa con contactos y con ataques elaborados, que el campeón del mundo y subcampeón olímpico sabe fajarse con cualquiera en cualquier terreno.
Sin embargo Lituania supo seguir con la inercia y se marchó al descanso con seis puntos de ventaja (46-40), con siete triples conseguidos por uno solo de España.
Faltaban los puntos de Navarro y los del ausente Rudy, por no hablar de la carencia de Pau Gasol para poner un poco de orden bajo los tableros. Por primera vez España estaba jugando con un rival serio en un ambiente hostil y con árbitros nada favorables.
Revolución sin premio
Scariolo volvió a recurrir a jugar con tres bajitos para imprimir velocidad y ser más agresivos en defensa y tener más opciones de robo. Pero los triples siguieron sin entrar. Mejor dicho, los triples españoles, porque los lituanos se aliaron con la línea de 6,25 metros y el aro.
España perdió su condición de invicto, pero quizá ganó algo: saber que tiene que jugar a tope si quiere conseguir su objetivo.