Rescatan con vida a un buzo que había pasado la noche a la deriva en alta mar
El joven volvió a tocar tierra trece horas después de ser arrastrado por la marea al aferrarse a la boya de un barco pesquero que estaba faenandoAl superviviente le habían concendido un tercer grado penitenciario
BARBATE Actualizado: GuardarAferrado a una boya, asustado, calado hasta los huesos, pero vivo. La tripulación del pesquero conileño Moguer no podía creerlo cuando oyó gritar a un hombre que se agarraba como podía al salvavidas. Se trataba de un joven de 29 años que había sido arrastrado por la corriente la tarde de antes mientras practicaba buceo. Contra todo pronóstico el superviviente aguantó durante más de trece horas a la deriva frente a Cabo Roche mientras la Guardia Civil y varios voluntarios lo buscaban sin éxito.
La pesadilla comenzó al final de la tarde del miércoles, cuando el buzo se alejó de la embarcación, en la que llegó con unos amigos, arrastrado por la marea. En pocos minutos se vio solo y desorientado, por lo que decidió mantener la calma y poner a prueba sus conocimientos de supervivencia, lo que sin duda le salvó la vida, tal como relató a los pescadores que lo rescataron.
Habían pasado ya las nueve de la mañana del día siguiente cuando subió al barco y a las preguntas de los pescadores respondió que era de Chiclana, que estaba haciendo submarinismo y que se había perdido. Ante el temor de que el joven pudiera estar mal de salud, se dio el aviso a Salvamento Marítimo, que lo trasladó en lancha hasta el Puerto de Barbate, desde donde se derivó al centro de salud de la localidad. Una vez allí, el personal sanitario lo sometió a un reconocimiento completo tras el que fue dado de alta.
De buena salud
Algunos vecinos que se encontraban cerca aseguraron que el joven llegó por su propio pie acompañado de los técnicos de emergencia. Las pruebas duraron veinte minutos y volvió a salir de la misma forma.
La tripulación apenas podía creer la historia. Su patrón, Pedro Jesús Muñoz, se mostró ayer convencido de que el joven debía de ser un experto para aguantar consciente todo ese tiempo. Pero todo indica que el buzo le debe más a la suerte que a la experiencia. Al parecer había hecho un curso básico para obtener la licencia concedida por la empresa Waterbugs, que regenta uno de los clubs de buceo de Chiclana y a la que le había alquilado una botella de aire comprimido. El aficionado disponía de poco menos de una hora de oxígeno para practicar las inmersiones, pero llevaba un buen equipo que le permitió mantener la temperatura del cuerpo.
Amigos cercanos al superviviente aseguraron que además del neopreno, contaba con un chaleco hidroestático, que se infla y le permite flotar en el agua, una pieza fundamental para realizar inmersiones a gran profundidad.
Durante las trece horas que duró la aventura se mantuvo flotando a la deriva con la esperanza puesta en que pasara alguna embarcación. Mientras tanto, los compañeros con los que había salido a navegar alertó a la Guardia Civil, que organizó un dispositivo de búsqueda por mar y aire en la zona de Cabo Roche.
Deuda con la justicia
Pero otra alarma ya había puesto sobre aviso a las autoridades. El joven disfrutaba de un permiso penitenciario que lo obligaba a dormir por las noches en su casa y para controlar el régimen de salidas. Para ello portaba un dispositivo telemático de muñeca que envía una señal si no se respeta lo estipulado.
Fuentes de Instituciones Penitenciarias explicaron que el chiclanero estaba terminando de cumplir un castigo de tres años y medio por un delito contra la salud pública. La entrada en la cárcel fue en octubre de 2006 y apenas le quedaban unos meses para quedar libre completamente.