Varios ciudadanos expresan sus condolencias en un libro, colocado en la biblioteca JFK, donde está la capilla ardiente de Ted Kennedy. / AP
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Kennedy rescata el sueño de Obama

La muerte del 'león del Senado', defensor de las causas sociales, inspira a los demócratas para desencallar la reforma sanitaria

CORRESPONSAL. NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Banderas a media asta, música solemne en todas las televisiones, fotografías nostálgicas en blanco y negro, largas colas para darle el último adiós... ¿Pero cómo rendir un verdadero homenaje al Kennedy que forjó EE UU con casi 600 leyes? Cumpliendo su última voluntad, la de nombrar un sustituto temporal para su escaño en el Senado.

En sus últimos días de vida, el tumor cerebral tenía a Ted Kennedy postrado en una silla de ruedas, sin energía, casi sin vista y con problemas para hablar. Viendo venir la muerte, la semana pasada envió una carta al gobernador de Massachusetts y a los legisladores del estado pidiéndoles que modificasen la ley, para que su escaño no quedase vacante durante los cinco meses requeridos hasta que se celebren elecciones especiales para reemplazarle.

La solicitud es un tanto embarazosa para los demócratas, que en 2004 modificaron la legislación requiriendo esos comicios especiales precisamente para evitar que si el senador John Kerry ganaba las presidenciales su relevo quedase en manos del entonces gobernador republicano Mitt Romney. Pero Ted Kennedy, cuya habilidad negociadora le convirtió en el 'león del Senado', ingenió una fórmula que les salvaría la cara. El sustituto tendrá un carácter temporal y asumirá «un compromiso personal» a no presentarse a las elecciones especiales que se celebrarán dentro de cinco meses. «Todo lo que estaba pidiendo es un sustituto temporal que no interferirá en el camino electoral de nadie», le defendió Kerry tras visitar la capilla ardiente del senador en Hyannis Port.

En mayo de 2008, a los 76 años, los médicos diagnosticaron a Ted Kennedy un tumor inoperable que acabaría con su vida en meses. Él tenía una misión: convertir en presidente a un joven de color que representaba el sueño de los Kennedy y daría continuidad a su labor social. Peleó para arrancarle a la vida ese periodo de gracia. Pero una vez que Barack Obama se convirtió en el inquilino de la Casa Blanca su voto se demostró imprescindible para lograr uno de sus grandes ideales: cobertura médica para todos los estadounidenses.

En desventaja

Para blindarse de la oposición republicana, los demócratas necesitan íntegramente el bloque de sus 58 senadores y 2 independientes. Con la ausencia de Kennedy, la reforma sanitaria es vulnerable. Por eso le urgía un sustituto. «Hasta el último momento estuvo pensando en el pueblo», murmuró conmovido Robert Green, un vecino de Nueva Orleans.

Pero lejos de torturarse con la inmediatez de su fallecimiento, Ted Kennedy, el único de sus hermanos que ha perecido por causas naturales, decidió aprovechar el aviso para disfrutar del plácido final que se les negó a Joseph, John y Robert.

Se recluyó en la hermosa mansión familiar de Hyannis Port que encierra todas las memorias felices. Cada mañana salía al porche a tomar el sol y contemplar el mar, donde disfrutaba de la navegación a vela. Se leía los periódicos, tomaba el café, jugaba con sus perros 'Sunny' y 'Splash', paladeaba su helado favorito con galletas de moka y se vio con su esposa Vicky todas las películas y series de James Bond. «He tenido una vida maravillosa», suspiraba.

A finales de julio, cuando ya se sabía que perdería la batalla contra el cáncer cerebral, su mujer empezó a organizar casi a diario cenas con los más íntimos, en las que acababan cantando a dúo y recitando poemas. Su hermana Jean, la única de los nueve que queda con vida, se mudó a una residencia contigua para visitarle cada jornada.

«Cada día es un regalo», le decía por teléfono a los legisladores cuyo trabajo seguía con celo. Su testamento incluía también instrucciones para completar leyes de salud mental y educación. Sólo ahora EE UU se da cuenta de que Ted fue el más importante de los Kennedy, ése que forjó al país con su vida y no con su muerte.

¿Logrará con este final reunir apoyo para sacar adelante la reforma sanitaria? Sólo seis legisladores de Massachusetts habían firmado el miércoles su petición de reformar la ley de reemplazo. Otros muchos prefieren no hablar de ello hasta que su cuerpo repose en el cementerio Arlington.