Antonio, su mejor medicina
Melanie Griffith ingresa en un centro de rehabilitación, pero sólo para seguir un plan rutinario, según dicen sus allegados ante el temor de que salten las alarmas
Actualizado:M elanie Griffith acaba de ingresar en un centro de rehabilitación. Es la tercera vez que lo hace en los últimos años. Dicha así, la noticia impresiona. Pero los portavoces de la actriz se han apresurado a aclarar que el ingreso se inscribe dentro de un plan rutinario seguido por Melanie, dentro de un programa de desintoxicación de drogas y alcohol que ella misma se impuso hace años.Afirman que el verdadero motivo de este nuevo internamiento es el firme compromiso de la actriz por mantenerse sana. De ser ello cierto, no estaríamos ante un triste episodio de recaída, sino muy al contrario, ante un caso de exitosa curación en alguien que se ha propuesto muy seriamente no volver nunca más al infierno de las adicciones.
Melanie, que acaba de cumplir este mes 52 años, hizo público su problema en 1988. Desde entonces, ha seguido tratamientos en clínicas de Minnesota y California. Pero esta vez ha optado por el centro Cirque Lodge, en Utah. Y la pregunta es inevitable: ¿Si realmente está curada del todo, para qué necesita acudir a un centro de rehabilitación? A la espera de tener nuevos datos, tal vez lo que Melanie necesite sea un refuerzo psicológico que apuntale su decisión de ir por el buen camino. Que la mujer de Antonio Banderas posee una personalidad con tendencia a la adicción no es ningún secreto. Lo ha reconocido ella misma y lo proclama a gritos su propia biografia. Estuvo emocionalmente enganchada a Don Johnson, quien por cierto ahora también es noticia por haber reclamado a una productora de Hollywood una deuda millonaria relacionada con su trabajo en la serie Nash Bridges. Aquella fue una relación de ida y vuelta y amor-odio, tan recurrente como destructiva.
Tatuado en la piel
Otro síntoma de esa tendencia a la dependencia (aunque ésta mucho más positiva, gratificante y sin efectos secundarios) es su devoción por Banderas, escrita en tinta indeleble en ese enorme tatuaje en forma de corazón que lleva incluido el nombre de Antonio y decora uno de sus brazos.
Otra actriz igualmente intensa y aficionadísima al tatuaje como es Angelina Jolie se hizo grabar en la piel un mensaje que afirmaba: Lo que me alimenta me destruye. En el caso de Melanie Griffith, su tesón y su forma de comprometerse hasta el fondo con su trabajo la han convertido en una actriz de prestigio, candidata al Oscar por Working girl. Pero ese mismo aspecto de su personalidad ha hecho también que lleve algunas de sus aficiones (incluidas las más perniciosas) hasta el extremo. Tuvo, por ejemplo, problemas para deshabituarse al consumo de relajantes musculares hace nueve años, cuando se vio obligada a tomarlos para aliviar el intenso dolor que le provocó una lesión en el cuello.
La verdadera buena noticia para Melanie es que, al contrario de lo que le ocurrió al comienzo de sus primeras adicciones, cuando tenía por compañero a un hombre inestable e incapaz de cuidar incluso de sí mismo (Don Johnson y sus problemas con el alcohol), ahora cuenta con el apoyo de un marido inteligente, sensato, equilibrado. Y, sobre todo, dispuesto a ayudarla, como ella misma no se cansa de reconocer y agradecer: «Él y mi familia están conmigo y me apoyan en este viaje». Él, por supuesto, es Antonio Banderas, que podría tener en el papel de entregado y amante marido de una esposa con problemas (como el que interpreta Andy García en Cuando un hombre ama a una mujer) el mejor papel de su vida.