El fraude electoral se apodera de Afganistán
Abdalá Abdalá denuncia «miles de violaciones», algunas de las cuales pueden influir en el resultado de los comicios
ENVIADO ESPECIAL. KABUL Actualizado: Guardar«Los primeros informes son alarmantes, se trata de miles de violaciones en todo el país». El doctor Abdalá Abdalá habló claro y alto. Las palabras del máximo rival de Hamid Karzai en las elecciones afganas fueron un golpe más a la credibilidad del proceso electoral que vivió el país el pasado jueves. Cada hora que pasa llegan nuevos informes sobre irregularidades y la Comisión de Denuncias Electorales elevó a 225 las reclamaciones que ha recibido hasta el momento, de ellas 35 calificadas como «altamente prioritarias», es decir, que pueden «influir en el resultado final de los comicios», según el responsable de este organismo al que se le acumula el trabajo, Grant Kippen.
Un problema más para la comunidad internacional. Después de la temprana enhorabuena desde Washington y Bruselas, habrá que esperar a la nueva lectura que se realiza de confirmarse el fraude masivo que denuncia la oposición. La Comisión Electoral Independiente tiene previsto hacer público mañana los datos de participación y el resultado de las elecciones con el 30% de los votos escrutados. De momento siguen llegando las urnas desde diferentes partes del país, pero los rumores de manipulación son tan fuertes que la credibilidad del proceso ha quedado seriamente afectada y en las calles pocos dudan de la victoria absoluta de Karzai. La baja participación es otro de los factores que, según los expertos consultados, resta legitimidad a esta votación marcada por las amenazas talibanes.
Inseguridad
Las organizaciones internacionales reciben cada día denuncias de sus fuentes sobre el terreno, pero como todo lo que ocurre en este país, son muy difíciles de contrastar ya que la inseguridad hace que no pueda haber personal expatriado sobre el terreno. Dos de estas denuncias afectan, por ejemplo, a los distritos de Ghormach y Qaysar, en las provincias de Badghis y Faryab, donde se expulsó a los observadores afganos y a los interventores de los dos principales candidatos y se cerraron las urnas con 19.000 y 10.000 papeletas favorables a Karzai, respectivamente. En otras provincias como Uruzgán, algunos colegios electorales no se cerraron hasta ayer, 48 horas después de la clausura oficial.
«Lo más llamativo es que todas las denuncias que están saliendo a la opinión pública acusan a Karzai de manipulación. De confirmarse su victoria en primera vuelta la comunidad internacional va a tener un serio problema si quiere que los afganos se lo crean», opina el analista local Haroun Mir. El enviado especial de Obama al frente Af-Pak, Richard Hoolbroke, mantiene cada día contacto con Karzai y Abdalá Abdalá. Sus ojos son los de Obama sobre el terreno y deberá hilar fino porque es la política del cambio impulsada por el nuevo inquilino de la Casa Blanca la que está en juego.
Las elecciones han complicado la escena política en un momento crucial en el que, tras cinco años centrados en Irak, Estados Unidos parecía dispuesto a situar a Afganistán en el primer lugar de sus prioridades internacionales. Los más beneficiados de la situación son unos talibanes que además de lograr que las elecciones tuvieran una participación mínima en el sur y este del país, han logrado llevar su ofensiva hasta el norte del país. Al menos seis agentes de las fuerzas del orden perdieron ayer la vida en este lugar tras la explosión de una bomba al paso de su vehículo. El pasado jueves aquí se registraron también graves incidentes y al menos veinte insurgentes murieron en combates contra el Ejército afgano.
«La situación es muy seria y se está deteriorando», declaró el jefe del Estado mayor estadounidense Mike Mullen. El pasado mes de junio, EE UU perdió a 44 hombres y la insurgencia «usa cada vez técnicas más sofisticadas y mejores armas», aseguró Mullen. Washington cuenta con 30.000 hombres sobre el terreno y desde el mes pasado mantiene una ofensiva total para intentar controlar la situación en Helmand.