vuelta de hoja

El séptimo cielo

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No todas las desgracias que se esperan acuden puntualmente a la cita. La policía francesa, que sigue apuntándose los mejores éxitos de la española, destapó uno de los siete zulos convertidos en almacenes de bombas con temporizador. La banda etarra siempre tiene proyectos de futuro. Desgraciadamente, para mejorar sus patrias, la chica y la grande, cree que hay que disminuir el número de compatriotas. Había almacenado 14 bidones con 330 kilos de nitrato para transformarlos en material explosivo. También eran dueños de varias bombas lapas con temporizador de gran antelación. Un gran programa de festejos para cuando acaban los festejos veraniegos y se terminen las verbenas, los cohetes y los toros, para dar paso a otras luminarias y el eterno toro de Iberia se desmande.

Cualquiera de los siete zulos tenía material suficiente para enviar vertiginosamente al séptimo cielo a un buen número de buena gente. La esencia del terrorismo consiste en creer que un mal fin justifica los medios pésimos que se emplean para conseguirlo. ¿Por qué no sabemos alegrarnos con noticias como ésta? Si les hubieran salido bien sus propósitos de extender el mal, hubiera salido en todas las portadas, detallando el número de muertos y heridos, pero haberlos evitado ocupa un lugar secundario en la tipografía y en las televisiones. Otras formas de descontento ocupan a los que estaban destinados a ser víctimas o testigos. Unos 800 jornaleros han bloqueado el AVE en Córdoba, precisamente ahora, cuando España ha registrado la pérdida de más de tres millones de turistas. Tampoco los funcionarios, que son más de los precisos para que todo funcione, se las prometen muy felices. Les van a congelar el sueldo, cuando el calor se vaya a sus cuarteles de verano.