MUNDO

La hora del ramadán

Los colegios electorales se dieron prisa en cerrar el recuento de votos ante el inicio del periodo de ayuno

KABUL Actualizado: Guardar
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Shamz-ul-Haq almacena todo el material que no ha usado en las elecciones en una habitación del colegio Lamee Shaid del barrio Micro Rayan 3 de Kabul. «No vino casi nadie. Algunos por miedo a atentados y otros porque están hartos y no quieren saber nada de las elecciones». Mira a su móvil con impaciencia y espera que la furgoneta oficial de la Comisión Electoral Independiente pase a recoger los votos cuanto antes. «Ha sido un derroche de dinero, esfuerzo y vidas humana», lamenta antes de despedirse de los agentes que han permanecido toda la noche velando las urnas.

En las calles de Kabul no se percibe el aroma triunfalista que la comunidad internacional se encargó de transmitir al mundo al calificar estos comicios -a los que se han destinado más de trescientos millones de euros si se les suma el registro previo- como un «éxito». Tras 48 horas en alerta máxima, los ciudadanos volvieron a respirar tranquilos y los numerosos bazares recuperaron su ajetreo habitual. En el mercado de aves en Maiwan cuesta encontrar a uno sólo de los vendedores con el dedo negro, la huella de que ayer fue a votar a las urnas afganas. La mayoría no tiene ni siquiera tarjeta de identidad.

Mohamed Zia está exultante. «Ochocientas personas han votado en mi centro», destaca mientras anota los últimos datos que conceden a Karzai el 55% en esta mezquita de Mulá Mahmud. Aunque las urnas se cerraron a las cinco de la tarde, el equipo de recuento estuvo trabajando hasta las nueve de la noche. Luego les tocó madrugar porque para las doce del mediodía debían tener terminada su tarea y lo lograron. A media tarde la Comisión Electoral anunció el fin del recuento de votos, aunque los resultados no se harán públicos hasta el 17 de septiembre.

En la mezquita de Wazir Akbar Khan no queda rastro de las elecciones. Sólo las listas con los resultados, pegadas en una pared, son la muestra de lo que aquí pasaba antes de que el mulá Niazi pidiera a los empleados electorales que se dieran prisa porque era viernes, víspera del comienzo del mes de ramadán y el templo tenía que estar listo para la oración. Las papeletas del jueves eran ayer trípticos sobre la información necesaria para «vivir el ramadán como un buen musulmán». Las elecciones han pasado, es hora del ramadán.