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ADN: Aquí Dando la Nota
Belén Esteban redescubre para la Humanidad el ácido desoxirribonucleico como arma arrojadiza
Actualizado: GuardarUsted, yo y cualquiera vamos al Carrefour y, al ir a pagar con tarjeta, nos piden el DNI. Bueno, pues a Belén Esteban, no. A ella le piden el ADN. «¿Qué hay del ADN?», le pregunta la cajera... Porque Belén no es lo que se dice una ciudadana como usted y como yo. Hablamos de una estrella de la televisión (de un cierto tipo de televisión) y su vida es de dominio público. Ella, mientras se mueva en territorio español, puede ir por la vida como Pedro por su casa, pues todo el mundo la conoce como si fuera de su familia. Y la adora o aborrece (exactamente igual que si fuera de su familia). Belén puede incluso olvidarse del carné porque ya su cara serrana lo va diciendo (que es la 'ex' de Jesulín y que nunca lo ha digerido). Ahora bien, no puede cruzar la calle sin que se le eche encima una legión de reporteros exigiéndole 'Minuto y resultado'; cómo va la última batalla en su interminable guerra con María José Campanario, la actual mujer de su ex pareja. Lo último, por ejemplo, es saber si la Campa (que se ha ido convirtiendo en personaje a medida que Belén la iba esculpiendo como enemiga) le ha calentado la cabeza a Jesulín para que a estas alturas exija una prueba de ADN que demuestre que Andreíta es, en efecto, su retoño.
En un país como éste, aficionado hasta el vicio a la dicotomía, al conmigo o contra mí, al apueste por una; en un lugar donde uno parece obligado a elegir entre una de las dos Españas, entre la Macarena o la Esperanza de Triana, entre el Barça o el Madrid, entre José Tomás o Fran Rivera, entre la tortilla de patata con cebolla o sin cebolla, ahora ciertas revistas y televisiones han encontrado la rivalidad más visceral y perfecta, y la están exprimiendo hasta la náusea. Pero a mí, como supongo que a muchos, ante esta creciente (y asfixiante) marea que parece obligarnos a tomar partido por la Campanario o la Esteban, me entran ganas de preguntar tímidamente: ¿Se puede votar en blanco?
El verano es mala época para las parejas, según los expertos. El calor y el roce acentúan el conflicto ahí donde ya había crisis. Belén y María José son de algún modo una pareja (disfuncional e irreconciliable, pero pareja al fin) de enemigas acérrimas, y este caluroso agosto está haciendo estragos en su ya de por sí maltrecha relación... La una, haciendo bandera, y sobre todo negocio, del rencor y el afán de revancha. La otra, en el papel de víctima y acusada a la vez, pues tiene un asunto pendiente con la justicia. Y al fondo, Jesulín, antaño torero y ahora don Tancredo (a veces requiere más valor, agallas y pundonor callarse que acudir a desahogarse a un plató).
No sé si la sangre llegará a este río interminable en forma de prueba de paternidad. No sé siquiera si Belén, que ahora habla en la tele del ADN con el desparpajo con que Ana Obregón se autoproclama bióloga, ha entendido el ADN, con su forma de doble hélice, como una estupenda arma arrojadiza. Ignoro si le da exactamente igual que sus iniciales signifiquen ácido desoxirribonucleico, como si quieren significar 'Andreíta de Dónde Naciste' o 'Aquí, Dando la Nota'. Pero de una cosa estoy segura. Que tal como está hoy el mundo, y más concretamente la tele, ella le va a sacar más rendimiento económico y mediático al ADN en un solo día de plató que el premio Nobel que lo descubrió en toda una vida de laboratorio.