El terrorismo talibán sitia Kabul
La capital afgana sufre a 48 horas de las presidenciales un segundo atentado fundamentalista, con un saldo de al menos veinte muertos
| KABUL Actualizado: GuardarLos talibanes cumplen su palabra. Al menos veinte personas perdieron la vida ayer en Afganistán víctimas de la oleada de violencia prometida por la insurgencia para boicotear los comicios de mañana. El mundo mira a este país asiático a menos de veinticuatro horas para la apertura de los colegios electorales y los fundamentalistas muestran jornada tras jornada su capacidad de acción.
Por segunda vez esta semana, un conductor suicida burló los controles de seguridad que cercan la ciudad e hizo explotar su carga contra un convoy de las fuerzas internacionales en la carretera que une Kabul con Jalalabad, frente a otra de las bases de OTAN. Siete personas murieron -entre ellas dos trabajadores de Naciones Unidas que pasaban por el lugar en el momento del ataque- y otras cincuenta resultaron heridas tras una explosión que afectó asimismo a dieciocho vehículos.
No fue el único atentado que sufrió la capital, ya que pasadas las siete de la mañana dos cohetes impactaron contra el palacio presidencial y alcanzaron a una persona, que resultó herida. La intensidad de la actividad talibán contrasta con la llamada a la «tregua electoral» de la fuerzas afganas anunciada por Hamid Karzai, una medida a la que se sumó la OTAN por medio de un comunicado en el que adelantó que su Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) «sólo llevará a cabo aquellas operaciones que resulten imprescindibles para proteger a la población durante la jornada» en la que los afganos se citan con las urnas.
Los informativos del día de la reflexión electoral -el país celebra hoy el Día de la Independencia- fueron un auténtico parte de guerra en el que la única alusión a los comicios hacía referencia a los lugares atacados. Si la insurgencia demuestra capacidad operativa en Kabul, en el resto del país su ofensiva es aún más intensa y ya no sólo en las provincias del sur. Seis muertos tras un atentado suicida en Uruzgán, cuatro más -tres de ellos empleados electorales- por una explosión de un artefacto improvisado en Badakhsan, un candidato al consejo provincial asesinado en Jawzjan, dos soldados norteamericanos muertos en el este, y un centro electoral atacado con cohetes en Paktia, ocuparon unos titulares en los que no hubo apenas espacio para los 38 candidatos, entre ellos dos mujeres, que mañana se juegan la presidencia del país asiático.
El miedo se ha apoderado de los ciudadanos de una capital que llevaba seis meses sin sufrir atentados, pero que desde el pasado sábado es objetivo número uno de los talibanes. En estas circunstancias el nivel de participación en la cita con las urnas del jueves es toda una incógnita.
Falta de personal
La seguridad, la dificultad de acceso a muchos lugares y la falta de personal son los tres factores clave que los observadores internacionales desplazados a Kabul apuntan como problemas principales para unas elecciones que tienen un presupuesto de 223 millones de dólares -158 millones de euros-, a los que hay que sumar los cien millones -71- que costó un censo que arroja muchas dudas. La Comisión Electoral Independiente ha repartido un total de 16,6 millones de papeletas de voto -4,5 millones más que en 2005-, pero los expertos consultados aseguran que «hay más tarjetas que personas con derecho a voto».
Treinta grupos de observadores, nacionales e internacionales, intentarán seguir el proceso de cerca para advertir sobre cualquier tipo de fraude. El gran peso recaerá sobre el personal local del FEFA -siglas en inglés de Elecciones Libres para Afganistán-, cuyo reclutamiento se realizó contra el reloj, ya que 48 horas antes del cierre de campaña contaban con apenas 500 de los 7.000 empleados necesarios.
La violencia y la cita con las urnas han eclipsado totalmente la aprobación final del texto de la polémica Ley de Familia que, a partir de ahora, regulará los matrimonios entre los musulmanes chiís. La que fuera bautizada como 'ley talibán' entra en vigor con apenas tres enmiendas a sus 249 artículos originales y, según sus detractores, «legaliza el fundamentalismo en el país».