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Cuando Cádiz tiembla

Un seísmo de 4,1 grados de magnitud fue registrado ayer en el Golfo de Cádiz, aunque apenas se dejó notar por su lejanía y profundidad en el mar

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Francisco Macías agarró fuerte el estandarte y salió a la calle. «Hasta aquí, madre mía», gritó el párroco de la Iglesia de la Palma clavando la enseña y las aguas del peor maremoto de la historia de Cádiz se detuvieron allí mismo. Corría el 1 de noviembre de 1755 y las profundidades del Atlántico habían sacudido el lecho marino de tal forma que las olas anegaron Lisboa y Cádiz, Ayamonte y Conil. Murieron más de 100.000 personas. Entonces no había mediciones fiables, pero dicen que fue un movimiento de 9 en la escala Ritcher. Y ocurrió a unos 200 kilómetros del Cabo de San Vicente.

Todo lo anterior tiene poco que ver con lo que sucedió ayer más o menos en la misma zona. A unos 150 kilómetros de la costa onubense y a 75 de profundidad, el suelo volvió a moverse a las 8.56 de la mañana. Las máquinas del Instituto Andaluz de Geofísica registraron una sacudida del 4,1. El mismo organismo (que desde Granada detecta el más mínimo incidente sísmico) no recibió ayer un solo aviso de impacto. «Nada. No se ha debido de notar absolutamente nada», concluye Mercedes Feriche, responsable del área de Prevención del centro.

Lo que un día destroza pueblos enteros con apenas un nivel 6 otro día apenas se siente. «Depende de muchos factores: la distancia del epicentro, la profundidad... ningún movimiento es igual al anterior», explica Feriche, que controla desde Granada cualquier anomalía bajo tierra.

La provincia gaditana, y más concretamente el Golfo de Cádiz, es la zona más activa de Andalucía occidental. Poco que ver con la oriental, «que es donde más incidencias se dan con mucha diferencia». La estadística da cuenta de ello: en los últimos diez años la provincia ha sentido 19 movimientos sísmicos detectables. De ellos, la mitad se produjo lejos del suelo gaditano. Y la mayoría de éstos, en la zona de influencia del Cabo de San Vicente, el mismo sitio que originó el desastre del siglo XVIII y el tambaleo de ayer.

Los que sí removieron las entrañas locales tuvieron su foco en localidades como Jerez, Puerto Serrano, Prado del Rey, San José del Valle. Sierra adentro, en definitiva. La misma comarca que suele notar con mayor intensidad los casos que se registran en Morón de la Frontera, otra población habitual en el archivo del Instituto de Geofísica.

En cuanto a la costa gaditana, las posibilidades de que un terremoto bajo el mar derive en maremoto no parecen demasiado altas. A la pregunta sobre la supuesta repetición de grandes seísmos cada 100 años (con lo que hace siglo y medio que Cádiz tendría que haber padecido uno nuevo), Feriche recuerda que «se habla de un retorno de un siglo, pero no es exacto ni tiene por qué suceder». Otro ejemplo es la capital granadina, víctima en 1834 y a la espera de la segunda parte.

Hasta que eso llegue o no, el último terremoto que despertó a los gaditanos se produjo el 2 de octubre de 2008 en Morón. Varios pueblos serranos se llevaron el susto de un seísmo de apenas 4,4 grados, similar al de ayer pero con la diferencia de que se produjo a sólo 10 kilómetros de profundidad. De ahí la violencia y sus consecuencias.