Todo por no hacer abdominales
Elisabetta Canalis se consagra como la Usain Bolt del ligue rentable, mientras Adriana Abascal parece dispuesta a tirar la toalla en su maratón con Villalonga
Actualizado: GuardarNueve segundos y medio. Quédense con esta marca. No, no me estoy refiriendo al récord de Usain Bolt, sino al de Elisabetta Canalis. Nueve segundos y medio es aproximadamente lo que ha tardado esta chica en pasar de ser la flamante nueva novia de George Clooney a aparecer en topless en la portada de Interviú. ¿Nos encontramos acaso ante la campeona mundial de los cien metros lisos del ligue fácil? (Más bien, ante una revista con muchos reflejos, diría yo). Y, en todo caso, la verdadera plusmarca la obtendrá Elisabetta (ex de Valentino Rossi, entre otros) si logra mantener una relación estable con Clooney más allá del verano. Porque en el amor todos somos excelentes sprinters (algunos, hasta demasiado), lo difícil es resistir y llegar a la meta en el maratón con obstáculos que es la relación de pareja. Que se lo pregunten si no a Adriana Abascal y Juan Villalonga... La noticia del verano es que han decidido poner fin a su matrimonio.
Conozco a Adriana Abascal de un par de fiestas o tres organizadas por los Suárez, joyeros para los que ella trabaja como imagen. Y, la verdad, además de parecerme una mujer de físico despampanante, me cae simpática. Es jarocha (mexicana de Veracruz) y se le nota. No tanto en el acento, que casi ha perdido del todo (una pena), sino en el desparpajo que le echa a la vida. La última vez que la vi fue en mayo. Entonces ya me sorprendió que una madre de tres hijos (pequeños) y muy esposa de su marido tuviera a su familia en Londres, estuviera casi permanentemente en Madrid y, de remate, acabara de llegar... ¡De Tokio! Esto en Hillary Clinton lo entendería, pero es que Adriana no venía de una cumbre del G-8, sino de pasar unos días siguiendo por todo Japón al pintor Takashi Murakami como quien sigue a un torero. No le di mayor importancia, pues conozco las extravagancias de los ricos. Pero algo debía de estar cociéndose en ese matrimonio (tal vez la ruptura fuera ya un hecho), porque cuando le pregunté por su Juan, Adriana me soltó un pequeño mitin sobre las relaciones de pareja y me explicó que ella las entiende como «una intersección de conjuntos». «Hay cosas que se deciden en común, sobre los hijos, etc., y otras en las que nos damos todo el aire y toda la libertad del mundo», me dijo. No sé, no sé... Pero cuando alguien tiene que recurrir a la compleja teoría matemática para explicar algo tan simple e irracional como el amor, mal andamos.
Abascal, de 38 años, y Villalonga (17 años mayor) se casaron en 2001 en Los Angeles (no de San Rafael, precisamente). Él era entonces presidente de Telefónica, estaba casado y tenía tres hijos. Su arrebato por la mexicana le llevó a perder la amistad con José María Aznar y a dejar a su entonces esposa, Concha Tallada, lo que se dice de piedra. Me pregunto qué opinará Aznar de todo esto. Seguramente dirá que si su amigo hubiera seguido su ejemplo (quemar la energía sobrante a base de hacer unos dos mil abdominales diarios) nada de esto le habría sucedido. Seguiría casado con la misma (la primera, por supuesto). «No necesito un hombre poderoso a mi lado», me aseguró Adriana Abascal en otra entrevista. Ahora va a tener la oportunidad de demostrarlo... Pero esta mujer que antes de Villalonga fue pareja del magnate mexicano Emilio Azcárraga (el Tigre), también me confesó que su gran inspiración es Isabel Preysler, de lo cual cabría deducir que su próximo marido no bajará de ministro.