Bárbara G. Rivero trabaja como médico de urgencias aunque su libro se ha convertido en uno de los más vendidos de Almuzara. / J. C. CORCHADO
Sociedad

De Cádiz al país de las hadas

Bárbara G. Rivero, una médica de urgencias de Puerto Real, lanzará al mercado editorial en otoño la segunda entrega de la saga fantástica protagonizada por Laila Winter

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A nadie le extraña que Stephenie Meyer, mormona de Utha, dedique cuatro tomos a contar los avatares amorosos de una adolescente mojigata y de un vampiro tímido, con cementerios indios, bailes de instituto y hombres lobo de por medio. Es americana y como tal tiene bula creativa. Si su apellido guarda un eco sonoro y british, el escritor tiene que ser dueño, por fuerza, de un imaginario poderoso; pero si se llama, por ejemplo, José Pérez, sus relatos sobre magos y hadas, conjuros y fuerzas telúricas, no tardarán mucho en ser etiquetados como presuntuosas pajas mentales.

Existe un viejo -y hasta cierto punto justificado- complejo patrio con respecto a la literatura fantástica y de ciencia ficción. Si nos referimos a la literatura juvenil, más que de complejo colectivo podemos hablar de un trauma histórico en toda regla. Salvo el Manolito Gafotas de Elvira Lindo, nuestro particular héroe de barrio, el vacío reina en la casilla.

Con esa pesada carga de prejuicios y el fusil apuntando al horizonte (a ver quién levanta la cabeza), escribir sobre una médica de urgencias, gaditana de Puerto Real, que se atreve a firmar una saga estilo Harry Potter (aquí caben diez toneladas de matices) es un complicado ejercicio de malabarismo. Por una parte, el primer título de la serie Laila Winter y Las arenas del Solaïre, cosechó unas ventas lo suficientemente sólidas como para que el Grupo Almuzara (y su heterodoxo catálogo) apuesten por la próxima entrega, que estará en las librerías después del verano; por otra, todo lo que tenga que ver con éxitos arrolladores, fenómeno fans, club de jóvenes lectores y libros-universo debe ser sometido a una cautelosa cuarentena.

Bárbara G. Rivero (su segundo apellido «es un poco complicado», así que se queda con la inicial y de paso logra «un toque de intriga»), empezó a escribir «cosas muy cursilonas», que automáticamente rompía a pedazos. Luego se atrevió con aventuras costumbristas y con la ciencia ficción, hasta que en Laila Winter encontró una protagonista a la medida de sus necesidades creativas.

«Desde siempre me han gustado las hadas. Al principio pensé en cualquier niña. Luego, cuando ya se me pasó la edad de la magia, me pregunté qué pasa de verdad con esos seres. Laila encierra el deseo de que por fin tengan el lugar que se merecen», explica la autora, una auténtica experta en Asimov, Tolkien, el Mundodisco de Ferry Pratchett, Dragonlance, Geralt de Rivia y todo Stephen King.

Es cierto que la de Laila Winter no es una saga común, aunque tenga mucho de todas esas referencias universales. «La mayoría de personajes habituales de otros libros tienen unos comportamientos muy limitados: la chica es segundota; si los malos humillan al héroe, el héroe se calla y ya se vengará otro día, el amigo del héroe nunca puede sobresalir en nada más que como acompañamiento gracioso... Son viejos arquetipos muy trillados». Aquí no. Laila y sus amigas tienen personalidad propia, y no tienen la costumbre de callarse. «El mundo de las hadas nunca ha sido planteado de una manera real, sólo como algo simbólico en cuentos clásicos o en las películas. Y eso no es así. Laila no es más de lo mismo con otro vestido. Es una vuelta de tuerca muy grande a todos los convencionalismos, y ésa es la diferencia».

Bárbara es consciente de dónde radica el éxito de los grandes títulos de Tolkien o de J. K. Rowling: «El exito radica en crear universos enteros. Mundos fantásticos donde todos tenemos libre la entrada para quedarnos allí el tiempo que gustemos. Allí los buenos son buenos y los malos, unos supervillanos. Hay aventuras, hay magia, peligros, la esperanza de que el bien triunfe sobre el mal y todo acabe adecuadamente. Y eso gusta. A mí me gusta, desde luego».

Cualquier chica de hoy

Dicen que el autor acaba estando presente de una u otra manera en todos los personajes de un libro, y Bárbara cree firmemente en eso. «No puedes evitar que a la larga, tu protagonista tenga cosas de ti, pero desde el héroe bueno, hasta el malvado villano final. Laila es una chica retraída, tímida y mimada en un principio, pero con valores como la amistad y el honor. Ésas son sus cualidades, y creo que todo ser humano las tiene, así que pienso que Laila podría ser cualquier chica de hoy día, eso sí, un poco especial, tanto por su pelo como por su pasado misterioso. Ya le toca a ella descubrir ese pasado y llevarnos con ella en su viaje, que te aseguro que está y estará lleno de peligros y aventuras».

Pero, ¿se puede crear una saga con ese aire anglosajón desde Cádiz y sin que la cosa chirríe? «Cádiz es la puerta del cielo. Desde Cádiz se puede conseguir todo y más. Yo creo que en verdad la saga tiene un aire universal. Laila es un cuento de hadas y eso no tiene nacionalidad. Las aventuras, los tesoros, el bien y el mal, la amistad y el honor son valores universales. Pero a veces me pregunto si a Laila, en lugar de tanto batido azul con margaritas, no le gustaría más un cazón en adobo de los buenos...»

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