Un asalto con demasiados quilates
El atraco a cara descubierta al joyero Laurence Graff en Mayfair fascina a los británicos por la apasionante biografía de la víctima
| LONDRESActualizado:La vida de los ladrones británicos de robos del siglo no invita a dedicarse al delito. Ronnie Biggs, que fue detenido poco después del gran asalto al tren de Glasgow, en 1963, acaba de ser puesto en libertad porque su estado de salud es grave. Ha pasado más de nueve años entre rejas en dos etapas; la última tras regresar a su país porque no aguantaba ya su largo exilio en Brasil.
Lee Murray, un especialista en una de las formas de lucha más brutales que han dado las artes marciales, permanece en prisión en Marruecos, donde, en un caso judicial pionero, será juzgado como cerebro del mayor robo de la historia británica: el de sesenta millones de euros en un depósito de una compañía de seguridad, en Kent, hace tres años. Murray está recurriendo a su doble nacionalidad británica y marroquí para evitar su extradición a Reino Unido, a donde ya ha sido enviado desde Rabat otro de sus supuestos cómplices, que podría terminar en presidio, donde ya están los otros componentes de la banda, como ocurrió a los compinches de Biggs.
Pero el gran robo -cuya frecuencia no aumenta o disminuye con las recesiones económicas, como sucede con los más vulgares- sigue teniendo partidarios y en los últimos días algunos autores han publicado en los medios británicos sobre la fascinación que causan en un público que ha visto buenas películas de ladrones.
Filmado por un turista
Los comentarios llegan tras el mayor robo de joyas en la historia británica. Hace diez días, dos individuos armados se llevaron anillos, brazaletes, diamantes, con un valor de 45 millones de euros, a plena luz del día, en el centro de Londres. Hay una película de la peripecia filmada por un turista. Y las imágenes siempre morbosas de las cámaras de seguridad.
La víctima tiene una biografía más interesante que la de sus ladrones. Nacido en el este de Londres, en una familia de inmigrantes judíos, Laurence Graff dejó la escuela a los 13 años y su primer trabajo fue limpiar sanitarios. Su madre le encontró un empleo en Hatton Garden, la calle del gremio de los joyeros y comerciantes de diamantes. Su establecimiento en New Bond Street es el más exquisito entre las joyerías del barrio de Mayfair. Dicen que hizo su fortuna tras atraer como cliente a uno de los hombres más ricos del mundo, el sultán de Brunei, pero su público incluye ahora a la flor y nata de Londres, Nueva York, Moscú, Hong Kong y Dubai. En la tienda de New Bond Street ya robaron a Graff hace seis años unos 27 millones de euros en joyas y, ante el descenso en los asaltos de bancos por el crimen organizado, los joyeros, incluido Graff, son víctimas relativamente asiduas. En 2003, los autores eran miembros de la banda conocida como los Panteras Rosas.
Es un grupo de mafiosos serbios y montenegrinos, que ha dado golpes en medio mundo y que, a pesar de haber sufrido detenciones recientes, parece tener una suficiente cantera de reclutas para ejecutar las operaciones diseñadas por cerebros que se mantienen a salvo en la geografía dislocada de los Balcanes.
Por eso, una de las primeras informaciones relevantes sobre el robo del pasado 6 de agosto -del que se tuvo noticia sólo cinco días después- fue que, según los empleados de Graff, los dos ladrones tenían acentos auténticos de Londres. La policía inmediatamente detuvo y dejó en libertad condicional a un hombre en Ilford, en el este de la capital que es cuna de las principales bandas locales.
Ese dato da optimismo a los investigadores, así como la amplitud de la banda y lo público del robos.